Sin fe y sin chelas Tal parece que el domingo en Ciudad Universitaria alguien demostró que no tenía mucha fe a lo que pudiera hacer Pumas en su último partido de Fase Regular en casa...
Seguramente con las cifras en mano de las últimas entradas al cubil, quien se encarga de distribuir la cerveza en el Estadio Olímpico Universitario mandó los barriles suficientes para abastecer la típica demanda de entre 13 y 15 mil personas que asistieron en los últimos fiascos felinos en CU, sin pensar que la fe auriazul les daría una sorpresa, pues al duelo ante Rayados se metieron 25 mil personas, la mayoría no sólo sedientas de un triunfo, sino de una, dos, o las chelas que se pudieran. El problema es que no se pudieron muchas, pues al minuto 30 los vendedores ya empezaban a hacerse mensos ante los gritos desesperados de los aficionados y cinco minutos después las señas eran de "ya no hay, no hay".
Resultó un singular espectáculo ver a todos los hombres y mujeres de las casacas azules con vivos amarillos buscarse un lugar en las tribunas para sentarse a ver cómodamente el segundo tiempo del encuentro, pues se quedaron sin chamba.
En plena chacota y en son de broma uno de los vendedores le comentó por ahí del minuto 70 a un cliente que antes de que empezara el complemento le propuso a su jefe que se iba "en fá" a comprar un doce pack al súper de Eje 10 y Copilco, pero que lo batearon mientras hacían berrinche.
Ahí para la otra le encargo al patrocinador oficial del Club Universidad que si vuelve a perderle la fe al equipo, por favor, no se la pierda a las sedientas gargantas de su afición.
A la boca del puma Una cosa es cumplir con la chamba y otra es "ahorrarse" el uso del criterio.
El domingo en Ciudad Universitaria, las familias de tres jugadores de Rayados esperaban a los futbolistas dentro de la "pista roja" del estadio para despedirse de ellos antes de que se fueran al aeropuerto, cuando el señor Cruz Rocío Garson, con el gafete 702 de la Dirección General de Servicios Generales las conminó de manera "muy amable" a abandonar la zona protegida y pasarse al estacionamiento 8, justo en el momento en que el grueso de la afición local estaba abandonando el estadio.
Pese a que le compartieron su temor a sufrir alguna agresión, este señor les contestó de manera "muy amable" que "hasta las esposas de los técnicos visitantes se esperan allá afuera", mientras los encaminaba a la salida.
Entonces fue que algunos finos personajes de la barra felina se dieron cuenta que había ya jugadores rayados en el grupo y los empezaron a insultar, por lo que las familias, entre las que había bebés en brazos y un pequeño de ocho años, tuvieron prácticamente que huir y los tres futbolistas que estaban con ellos meterse de volada de nueva a la "pista roja" para que el asunto no pasara a mayores.
Ahí le encargo de manera "muy amable" al señor que le eche un poquillo de criterio para la próxima.
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