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La Dominguera
San Cadilla | 16-11-2014
en CANCHA
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Bochini, el maestro
 
Uno, dos rivales. La pelota se encariña con Bochini. Antes de ingresar al área, se la presta a Bertoni; éste le devuelve la cortesía al "10". De pronto, solo frente a Dino Zoff -con casi mil minutos sin recibir gol-, el "Bocha" bombea el esférico...

Con ese golazo, el Club Atlético Independiente venció 1-0 a la Juventus y levantó su primera Copa Intercontinental, la de 1973. Atrás quedaban las dos Finales perdidas, contra el Inter, en 1964, y frente al Ajax, en 1972.

Ante la falta de evidencia gráfica de aquel gol, durante mucho tiempo los hinchas del Rojo le llamaron "El Gol Invisible"; otros lo recuerdan simplemente como "El día del gol del 'Bocha' a Juventus".

Ricardo Enrique Bochini fue hombre de una sola camiseta, la Roja del Independiente. Ninguno ganó tantos partidos como él y nadie lo supera en títulos con el club. Convirtió 103 goles y es incontable la cantidad de los que facilitó con sus asistencias.

Fueron 19 años y 638 partidos oficiales con la casaca roja. Con ella conquistó 4 campeonatos locales, 4 Copas Libertadores, 3 Copas Interamericanas y 2 Intercontinentales, trofeos que le valieron al Independiente el título de "Rey de Copas".

Curiosamente, nunca fue capitán del equipo.

 
 
CAÍDO DEL CIELO
 
Dicen los hinchas del rojo que el "Bocha" no nació, sino que bajó del cielo el 25 de enero de 1954, en Zárate, a unos 80 kilómetros al Norte de Buenos Aires.

A los 13 años ya jugaba en la primera del Belgrano, en la Liga local; su aparición con el Independiente se dio en 1972, sin pensar que se convertiría en, tal vez, el hombre más importante en la historia del club argentino.

Desde el principio, la hinchada arropó a ese jugador "enjuto, bajito, algo desgarbado, portador de una pelada de oficinista y un rictus amargo en la boca", como lo describe Ariel Idez, en el blog El Mate Tuerto.

No tenía una gran pegada ni velocidad, y prácticamente no cabeceaba. Pero el balón parecía estar pegado a sus pies. Diestro, de gambeta corta y excelente traslado, destacaba también por su frenada en seco.

Fue un mediapunta o enganche, como se le conoce a los jugadores encargados de generar juego para los atacantes. Técnico, talentoso, elegante. El típico "play maker".

Incluso, en Argentina se creó el término "bochinesco" para calificar a aquel pase milimétrico, filtrado entre un muro defensivo, que deja al delantero solo frente al portero para definir.

 
 
LA HAZAÑA EN ROMA
 
El 28 de noviembre de 1973 se disputó en Italia la Copa Intercontinental, entre el campeón de la Libertadores, el Independiente, y el subcampeón de Europa, la Juventus.

El Ajax, campeón europeo, se negó a participar alegando problemas económicos, aunque en realidad se trató de un boicot por los disturbios de 1969, cuando el Milán visitó a Estudiantes en Buenos Aires y el plantel fue agredido dentro y fuera del campo.

Así, la Juve ocupó su lugar en la Final, bajo la condición de que se jugara a un solo partido, en cancha "neutral"... ¡la de Roma!

"Nadie tenía confianza en que pudiéramos ganar en un solo partido. Los únicos que apoyaban al equipo eran los marinos de la Fragata Libertad (un buque argentino retenido en Italia por entonces). Fue la única hinchada que tuvimos porque eran todos de Juventus", recuerda Daniel Bertoni, con quien Bochini formó una dupla que hizo época.

En el primer tiempo, la Juventus se fue encima del arco sudamericano; incluso, a poco de la reanudación, Antonello Cuccurredu desperdició un penalti para los italianos, al tirarlo por arriba del travesaño.

A 10 minutos del final llegó lo impensado. Bochini y Bertoni, dos cracks en ciernes, de 18 y 19 años, hilvanaron una pared múltiple, con una última devolución de Bertoni, que Bochini definió con maestría ante la salida del legendario Zoff.

El registro fílmico de aquel partido, que se televisó en blanco y negro, se perdió, y fue hasta el 2008 cuando un grupo de hinchas del Independiente rescató de los archivos de la RAI las históricas escenas.

"Verlo fue una gran sorpresa para mí porque ya uno lo daba por inexistente. Me encantó porque yo no me acordaba muy bien de él", declaró Bochini al diario El Clarín cuando vio de nuevo su gol.

 
 
EL GENIO DE LA LÁMPARA
 
La noche del 25 de enero de 1978 también fue histórica. En la cancha de Córdoba se disputaba la Final de Vuelta del Campeonato Nacional, a la que accedieron Independiente y Talleres.

La Ida, celebrada cuatro días antes en Avellaneda, había terminado 1-1, resultado favorable para los cordobeses, pues debido a la regla del gol de visitante, un empate a cero era suficiente para el título albiazul.

"El general Luciano Benjamín Menéndez, gobernador de Córdoba, estaba muy interesado en que Talleres saliera campeón. Y el partido fue raro, muy raro...", manifestaría después el principal protagonista de ese juego, el "Bocha" Bochini.

El Rojo tomó la ventaja con gol de Norberto Outes; pero a los 15' del segundo tiempo, el árbitro Roberto Barreiro cobró un dudoso penal a favor de Talleres que Ricardo Cherini convirtió para el 1-1.

A los 74', los intereses en juego se hicieron notar cuando Ángel Bocanelli convierte un gol con el puño que Barreiro da por bueno, lo que motivó que los jugadores del Independiente se le fueran encima.

"¡Tengo tres hijos y esto me da vergüenza. Écheme!", le dijo el capitán Rubén Galván al silbante. Y lo echó. Le siguió Omar Larrosa: "¿Por qué no me echa a mí también?", y la roja no se hizo esperar. La misma suerte corrió Enzo Trossero.

Todo parecía perdido. Perdían 2-1, tenían sólo 8 hombres y eran visitantes. En la banca, el técnico Omar Pastoriza se volvía loco. Hasta que a los 83', alguien frotó la lámpara y apareció el genio, uno de poca estatura, calvo prematuro y no muy atlético.

"Pagnanini me dejó la pelota en medio de la cancha. Gambeteé a uno, se la toqué a Bertoni, Bertoni se la dio a Biondi, le salió Guibaudo, el arquero. Hizo una gambeta larga, levantó la cabeza, me vio y me la tiró.

"Yo venía a la carrera y, como había dos jugadores de ellos tapando el arco, le pegué bien arriba. Entró ahí nomás, apenas debajo del travesaño", narra el propio Bochini, quien justo aquel día cumplió 24 años. Final, 2-2; Independiente, campeón.

Las hazañas del "Bocha" no terminaron ahí. Al año siguiente, con un doblete suyo, el Independiente doblegó 2-0 al River Plate y se llevó el título; en 1984 obtuvo su séptima Copa Libertadores y su segunda Intercontinental. Bochini parecía eterno.

 
 
'DIBUJE, MAESTRO'
 
Es sabido entre los argentinos que, antes que de Boca, Diego Maradona confesó ser en su juventud hincha de Independiente. ¿La razón? En voz del propio Diego, su admiración por Bochini, el "Maestro".

El talento del "Bocha", como el de varias figuras, poco pudo mostrarse en las Copas del Mundo. Habitual en las convocatorias de César Luis Menotti previo al Mundial de 1978, la prensa presionó para que el convocado fuera Norberto Alonso, dejando a Bochini fuera.

Paradójicamente, Alonso causó baja por lesión y poco tuvo que ver en el primer título mundial de la albiceleste.

Para 1982, y a pesar de estar en su mejor momento, tampoco fue convocado.

Finalmente, y a solicitud expresa de Maradona, el "Bocha" fue llamado por Carlos Salvador Bilardo para México 1986, donde vio acción en la Semifinal contra Bélgica, en el Estadio Azteca.

A falta de 10 minutos, Burruchaga dejó su lugar a un consagrado Bochini. Tal fue la emoción del Diego al ver a su ídolo en el campo, que le dio la bienvenida con la famosa frase: "¡Dibuje, maestro!"
 
 
RETIRO Y DESCENSO
 
El 5 de mayo de 1991, en el empate 1-1 con Estudiantes de La Plata, Bochini jugó su último partido, tras una fuerte lesión provocada por el defensa Pablo Erbín.

Un partido de homenaje en diciembre de ese mismo año y un regreso simbólico con el Barracas Bolívar, del Torneo C argentino, -a los 53 años- marcaron el fin de la carrera de uno de los mayores ídolos rojos.

"El estilo de Independiente murió cuando se retiró Bochini", declaró Néstor Clausen, otro ex jugador, sobre quien se ganó a pulso el cariño de la fanaticada independientista y hasta el de sus rivales.

Además, desde el 2007, un tramo de la calle donde se ubica "La Doble Visera", el estadio del club para el que jugó durante casi dos décadas, lleva el nombre de "Ricardo Enrique Bochini".

Hace apenas un año, el "Bocha" vio con tristeza el descenso de su amado Independiente a la Nacional B del futbol argentino.

Hoy en día, en las tribunas rojas, hacen eco los versos inmortales del cantautor argentino León Gieco, que la hinchada del Independiente adoptó y adaptó para honrar a su máxima figura:
 
"Sólo le pido a Dios
que Bochini juegue para siempre,
siempre para Independiente
para toda la alegría de la gente..."
 
Mail: san.cadilla@mural.com
Twitter: @SanCadilla
 
 
 
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