La Selección Mexicana obtuvo sendas victorias en sus recientes partidos amistosos que muy poco tuvieron de amigables.

Al vencer 2-0 al representativo de Honduras y 1-0 al de Panamá, los tricolores de Herrera cumplieron en la teoría, pero quedaron a deber en la práctica.

Entre otras cosas, quedó de manifiesto que estas nuevas escuadras nacionales (las dos que supuestamente el técnico pretende armar y fortalecer para encarar los compromisos de Copa América y Copa Oro en 2015) están lejos del nivel de juego y de la eficiencia colectiva que sí alcanzó la anterior con su decorosa y meritoria participación en la Copa del Mundo.

Y quedó en evidencia también, con la férrea resistencia opuesta por el conjunto panameño en la cancha queretana, que si hablamos de niveles es indudable que en el futbol la distancia se ha reducido inexorablemente.

Tanto en Panamá como en Jamaica la tendencia ascendente ha sido prolongada, a tal grado que están muy cerca de las "concakafkianas potencias": México, Estados Unidos y Costa Rica.

En esa cada vez menos frágil zona futbolística, de vez en cuando los hondureños logran competir con los mejores, y muy abajo siguen Selecciones como las de Canadá, El Salvador, Haití, Guatemala o Trinidad y Tobago, por mencionar sólo a las que alguna vez fueron capaces de pelear un poquito por algo.

También en las demás zonas, y entre una y otra, se aprecia esa reducción de distancias, como acaban de confirmarlo las victorias de Eslovaquia, Islandia y Polonia sobre España, Holanda y Alemania respectivamente, en las Eliminatorias de la Eurocopa.

Se reduce la distancia entre niveles, pero solamente las verdaderas potencias se instalan con frecuencia en los más altos peldaños, como volvió a demostrarse hace unos meses en la Copa del Mundo 2014.

Si entre niveles hay cada vez menor distancia, los distintos escalones permanecen intactos... y siempre son los últimos los más difíciles de subir.

Que cada quien intente subirlos como pueda, aunque ya sepamos que algunos no los subirán nunca.

 
 
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