Pareciera ser la última parada de este tren de la esperanza. Los rivales están a modo y el momento clave a llegado.

Tanto la UdeG como las Chivas, tienen este fin de semana, la oportunidad de salir a flote o quedarse en el andén del recuerdo y la nostalgia.

El rival del Guadalajara: el Puebla, con otro mítico jugador en sus filas, el famosísimo Cuauhtémoc Blanco, quien por estos tiempos parece retomar sus últimos aires de grandeza y explota su calidad en cada posibilidad. No hablo de dinámica ni de ida y vuelta, hablo exclusivamente de talento técnico, ese no se compra en la tienda de la esquina.

Imposible pensar en perder, ojo con lo que les digo, imposible perder este partido y punto. El Guadalajara debe pensar en el triunfo, en que es local y que tiene mejor plantel y que es Chivas.

La verdad es un partido casi de descenso y el que no lo quiera ver así, pecará de irresponsable y no de pesimista a mi entender.

Por supuesto que lleva una carga emocional y de presión muy alta para todo mundo. Directivos, entrenadores y otros más podrían pensar en cambiar de aires con un mal resultado. Calificaron en la Copa, muy bien hecho y bien logrado. Por desgracia son placebos para la inminente realidad del sótano porcentual.

No me olvido del rival de la UdeG, el Morelia y su complejidad. Es el peor de la liga y el niño abandonado de los últimos tiempos. Lo dejaron a la vera del camino.

Lo dejaron morir, apostaron por el Atlas, su historia, afición y convocatoria. Morelia es un cheque al portador en este torneo, esperemos que la ventanilla siga abierta para los universitarios y sean puntuales en ir a cobrar.

La parte anímica del equipo debe de andar muy bien luego del triunfo contra los Zorros en la Copa. También se juegan muchas cosas en los altos mandos, Leones debe ganar, ganar y sólo ganar este encuentro. Las formas están de más, ni la táctica, ni la fortuna, ni el árbitro, ni la lluvia, ni nada deberá interponerse al triunfo.

Vamos pues queridos lectores a pasar un fin de semana futbolero en Guadalajara y ya veremos qué tan bonito se nos hace el camino o si el tren del que les hablo se nos descarrila al final.

 
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