No entiendo el concepto "jugar un buen partido" si es que tu promedio de efectividad ante el arco es muy malo. Una de dos: o los delanteros son muy poco eficientes, o no hay la suficiente calidad y frecuencia para ponerlos en posición de gol.
En el primer tiempo contra Chile, el ataque mexicano no creó una sola ocasión elaborada en conjunto; se presentaron dos por obra de los errores defensivos chilenos. Para el segundo tiempo, y por un lapso de 20 minutos, México fue capaz de elaborar con criterio varias opciones que incluyeron: desequilibrio, precisión en los servicios, inteligencia en los pases y proyección hacia el delantero mejor ubicado. En esas, apareció la lesión de Gio y las fallas gigantes de Javier Orozco.
Por supuesto que hay que considerar la jerarquía de un rival muy serio y calificado como Chile. Sus jugadores en ataque tienen un altísimo valor en el mercado y son una amenaza permanente. También se toma en cuenta que ha sido un partido intenso, con buen ritmo y toda la seriedad por parte de ambas Selecciones.
Miguel Herrera, no me cabe ninguna duda, es el técnico ideal para encabezar este naciente proceso para el que se requieren nuevas oportunidades para los jóvenes sin desprestigiar la importancia de ser seleccionando nacional. No depende de él que el equipo mexicano siga fallando frente al gol, pero eso no impide que a mi entender, el funcionamiento del equipo merezca ser exigido para mostrar mayor eficacia y soltura.
Claro que es el principio de un nuevo proceso, pero para que el jugador mexicano entienda que debe crecer gradualmente y siempre, hay que saber exigirle.
Los primeros 40 minutos, observé nerviosismo, un equipo desarticulado en la creación en medio campo y con poca posesión de balón. No olvidemos que Memo Ochoa ha tenido una primera intervención bien lograda por los chilenos, y que antes, Alexis Sánchez había tenido una plena que se esfumó por un tiro raso demasiado cruzado.
México debe tener un juego más continuo y un repertorio ofensivo más diverso. Se les pide porque pueden dar. Estábamos preocupados por los chilenos, pero ellos también por nosotros. La gente, no de manera unánime, pero sí evidente, abucheó al equipo mexicano al final. Claro, por la reduccionista postura de no haber visto goles, pero también porque se ha acostumbrado a una Selección con mejores argumentos que los esgrimidos el sábado en San Francisco.
Hoy contra Bolivia sólo se acepta la victoria y jugando bien. Empecemos a exigir de manera más enérgica para que muestren el progreso del que deberían ser capaces conforme avanza el tiempo y los partidos con Miguel al mando.
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