La Copa del Mundo Brasil 2014 culminó con la coronación del mejor equipo.
Aunque la Selección de Argentina cerró el partido hasta donde pudo, y llegó incluso a contar con oportunidades de resolverlo a su favor, a final de cuentas la balanza se inclinó hacia una escuadra alemana que contaba con mejores argumentos colectivos.
Solamente la más elevada de todas las individualidades, Lionel Messi, pudo haber evitado que se alzara con el título el mejor equipo.
Pero como Messi no logró acercarse a su nivel óptimo, no pudo cristalizar el milagro argentino a pesar de condiciones de partido más propicias que las previstas ante un adversario tan poderoso.
Como estupendo colofón de esta magnífica Copa del Mundo, el golazo de Gotze que además sirvió para establecer la más elemental justicia futbolera.
Y como broma final de la FIFA, tan proclive a ese tipo de bromas, el premio a Messi como mejor jugador del torneo.
Aunque claramente sea el mejor futbolista en el mundo, evidentemente no lo fue del Mundial, pero por lo visto los "afifiados" quisieron otorgarle un premio de consolación que muy poco lo consuela.
En lugar de esa clase de "consuelos", entre otras cosas la FIFA debería enfocarse en resolver el recurrente problema en las Copas del Mundo: lo desgastados que a ellas llegan los mejores futbolistas.
Por lo pronto, la coronación de la Selección Alemana sirvió para que este gran Mundial contara con un ejemplar campeón, y no sólo con un campeón circunstancial o simplemente reglamentario.
¿Sabrán, quienes deberían saberlo, cómo, en qué y por dónde empezar a seguir ese ejemplo?
En los mexicanos lares, por desgracia, no.
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