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Le faltan horas al día
Diego Milán | 10-07-2014
en CANCHA
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Hay días en que parece que nada va a pasar y en cambio, en otros, faltan horas para hacer todo lo que uno desea.

Nos levantamos súper temprano para alcanzar a servirnos del bufet desayuno que incluye el hotel e inmediatamente nos dirigimos al MASP (Museo de Arte de Sao Paulo). El lugar realmente me sorprendió gratamente. En cuanto subes el elevador, lo primero que te recibe es un Degas seguido de algunos Renoir, Mantet, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Matisse, Monet e incluso un par de obras de Van Gogh y Gauguin.

Muy rica la obra de esta parte del museo en cuanto a impresionistas sobre todo. Al ir bajando la cosa se pone un tanto diferente y en el siguiente nivel, a excepción de Picasso y Kandinsky, reconozco que no sólo no conocí nada de lo expuesto, sino que me pareció loco, por decir lo menos.

Algunas obras interactivas de basura comprimida o cuestiones de arte moderno exótico realmente me sobrepasaron en esta ocasión. Ya por último se encontraba una exposición de un artista brasileiro con tonalidades fatalistas/fin del mundo, que tampoco me agradó.

De ahí, procedimos al estadio. Afortunadamente, ya había asistido a la Arena Sao Paulo, por lo que la ruta que tomamos, sin duda, fue la mejor. Llegamos incluso antes de que abrieran las puertas al público.

Los argentinos reventando a los brasileños con sus cánticos que en esta ocasión incluían algunos recordando los siete goles de Alemania. Los brasileños, sin mucha creatividad, replicaban sus cinco campeonatos y el hecho de que Pelé tiene más copas que Argentina.

El partido, honestamente, no me gustó. Ríspido, apretado y encerrado. Todo lo que uno desearía que no le toque en un juego en vivo de instancias finales de Copa del Mundo, pero así es Argentina y ni modo.

Holanda estuvo muy confiado en los penales y el tiro le salió por la culata. Ignoro si fue porque no cambiaron de portero en esta ocasión o si el argentino, para variar, es más penalero que cualquier europeo, la cosa es que repetiremos las Finales de 86 y 90, en las que la moneda giró a favor de un equipo por ocasión.

La salida del estadio también fue rápida, ya que dejamos el auto a cuatro estaciones de metro de distancia y, aunque la caminata fue larga y tediosa, una vez que nos subimos al metro fue fácil y llegamos rápido al coche.

Ahora no pudimos hacerle caso ni a mi amigo Sergio Beas ni a mis amigos De Anda, que son descendientes directos de madre brasileña, así es que simplemente buscamos un buen sushi y nos fuimos a dormir.

 
@hungaro_camara
 
 
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