El "linchamiento" público al que ha sido sometido Arjen Robben es de colección.
En México, parte en serio, pero casi todo en broma -hemos de suponer-, la ira colectiva se centra en el talentoso jugador holandés, gustoso de exagerar las faltas que recibe en buen número pero más amigo aun de jugar buen futbol, pedir la pelota, ser el líder de su equipo y aportar la inspiración a los tulipanes.
Robben, enemigo público número uno en México, se convierte en el más amigo del futbol que hemos visto en Brasil 2014.
En tiempos de Neymar -caído en la batalla-, Messi -talentoso, pero que juega sólo a ratos-, Cristiano Ronaldo -galán de moda, pero inadvertido en Brasil- y algunos otros, resulta que Robben podría fácilmente ser considerado el mejor futbolista de todos los que actúan en Brasil.
Es verdad que el resultado final es el que consagra, pero aun si Holanda cayera en Semifinales o en el partido definitivo, aun si Costa Rica por esas cosas que tiene el azar hubiese desarticulado a la Naranja Mecánica, Robben come aparte y ha sido de todos los mencionados el que más corre, el que más batalla y seguramente el que más influye hasta para reclamarle al compañero que no le cedió la pelota como él la deseaba.
Estamos en presencia, pues, de un caudillo como los de antes, que deja la piel en la batalla, pero aporta inteligencia, calidad y clase. Algo extraño en estos tiempos en que cualidades semejantes viven por separado: o eres solidario o eres talentoso. La convivencia de ambos valores en una sola persona parecería pecado capital.
Coincidiendo en un programa de televisión con Javier Aguirre hace unas horas, él comentaba que la diferencia que tenemos es que no sabemos ganar todavía. Que tenemos un tamaño que no es malo dentro de los 16 mejores de una Copa del Mundo, pero que para avanzar tienen que pasar muchas cosas, mejorar nuestro nivel de calidad y seguramente contar con figuras individuales como Robben, Messi o las ya citadas, que simplemente no existen en México.
El futbol es más parejo, sí. Se han acortado las distancias. Pero los equipos campeones del mundo siguen siendo ocho en toda la historia y hay un triple subcampeón del mundo que vive en esa zona de calidad: la propia Holanda. Lo demás vive en Cuautitlán, en diferentes tamaños de apartamento.
Como en el maratón, los últimos kilómetros son los más difíciles y falta dar ese paso.
Lo demás es adorno. Incluyendo la condena hacia Robben, que dicho sea de paso, es hoy el mejor jugador del Mundial de Brasil.
Ojalá tuviéramos uno como él. Tan teatral... pero tan diferente a todos los demás.
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