El ritmo del día hoy definitivamente fue en aumento. Nos levantamos tarde, buscamos una lavandería cerca del departamento, pues luego de 23 días evidentemente ya hacía falta.
Obvio no se puede todo en la vida, así es que luego de la lavandería agarramos un taxi directo a Copacabana pero el inicio del partido entre Argentina y Bélgica nos agarró en el camino.
Yo estaba un tanto estresado por ver el juego, pero luego de ver el primer tiempo en un lugar de jugos y sándwiches, y el segundo tiempo en el lobby de un hotel, donde casi me quedo dormido de tan malo que estuvo, realmente agradezco que no me haya apurado de más para ver esa porquería de partido.
Con todo y las mariconadas de Robben y Holanda, espero que el partido contra Argentina tenga otra cara y que por fin veamos buen futbol. Ni las madrizas de primera ronda, ni los encierros de Cuartos de Final corresponden a lo que uno espera de estas instancias de Copa del Mundo.
En cuanto terminó el juego de Argentina, decidimos trasladarnos a Rio Sul, que es un centro comercial. Toda la gente nos había dicho que era la gran cosa y pues malamente los tapatíos tenemos maravillosos centros comerciales que NO LE PIDEN NADA a este tipo de porquerías. Cuatro pisos de nada, tiendas, algunas sí, especializadas, pero que no tienen ni los precios ni la calidad de lo que estamos acostumbrados. Vivimos, señoras tapatías, en la gloria. Acá se tienen que acostumbrar al típico caro, escaso y malo.
La zona de comida no merecía dedicarle más de 20 minutos, pero, afortunadamente, en otro extremo del centro comercial encontramos una parte en donde había varios restaurancitos en donde se podía uno sentar y comer hasta hartarse por un solo precio fijo. Precio relativamente alto, pero con varias opciones y sin límite. Nosotros escogimos uno un tanto extraño, pues era una combinación de sushis con platillos locales ambos en bufet.
Las bebidas eran aparte y optamos por vinos chilenos.
El partido de Holanda contra Costa Rica lo disfrutamos bastante. En la mesa de al lado había unos alemanes, uno de ellos casado con una chilanga que nos celebró cada vez que le gritábamos "puuuuto" a Robben y se afanó a nuestra mesa. El futbol hizo justicia. Y aunque ahorita tengo atravesados a los tulipanes por la derrota que nos hicieron sufrir, la verdad es que como espectador de este deporte, nunca voy a aplaudir que un equipo que se encierra 120 minutos salga triunfador.
@hungaro_camara |