Nada ha cambiado. Si en la fase de grupos los encuentros fueron sumamente interesantes, en los Octavos de Final no fue diferente.
Con juegos espectaculares y, sobre todo, muy equilibrados, el resultado no podría ser otro: cuatro equipos clasificados del Continente Americano y cuatro del Europeo.
Si bien los dueños de la casa y cinco veces campeones del mundo deberían tener toda la atención del planeta al enfrentarse a la sorprendente Colombia, me queda claro que el clásico europeo, Francia contra Alemania, les robará mucha atención.
Habrá fuerza física, técnica, sed de revancha y una dolorosa y añeja historia atravesada en la garganta de los franceses.
Un partido que dejará fuera a otro campeón del mundo y a la vez fuerte candidato al título de esta edición mundialista.
Con menos historia que contar, el duelo entre brasileños y colombianos ha tenido un solo dueño pese a que en esta ocasión son los cafetaleros quienes han traído la magia en los pies.
De los brasileños siempre se espera y exige lo máximo, aunque en la cancha no han logrado demostrar estar listos para tanta exigencia.
Su futbol se ha visto obligado a fincar su esperanza en su defensiva. La enorme dependencia de Neymar pone en riesgo el buen accionar colectivo, y un adversario que, según mi punto de vista, ha sido el que mejor ha jugado en este Mundial obligará al equipo de Felipao a ser y hacer mucho más de lo que ha hecho hasta ahora.
La presión de jugar como local y estar obligado a hacer en esta edición mundialista lo que no logró en 1950 es gigantesca y muy peligrosa a la vez para Brasil.
Tan preocupada está la comisión técnica de la CBF (Confederación Brasileña de Futbol) que, al ver los semblantes y reacciones de los jugadores brasileños al término del juego frente a Chile, contrató a un psicólogo.
Por supuesto, pese a que no juegan un futbol muy convincente que digamos, los brasileños, mientras sigan vivos, serán candidatos al título, pero sólo verán aumentadas sus posibilidades si logran controlar la ansiedad y la presión que los han llevado a un descontrol emocional que puede ser su más peligroso rival.
Desde el juego frente a Chile, hasta hoy los titulares sólo entrenaron con la pelota un día y se dedicaron cinco días al trabajo mental. Tienen clara su prioridad.
En un Mundial donde no existen adversarios fáciles y donde las distancias futbolísticas se han acortado tanto que cualquiera le gana a cualquiera, la diferencia estará en la fortaleza mental de cada equipo, y a eso le tirará Brasil.
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