Todo lo que admiramos en el jogo bonito ahora está en Colombia. Después de que Dunga tratara de militarizar la samba en Sudáfrica 2010, Scolari buscó un equilibro entre la disciplina y el arte. Su fórmula sólo se mantiene a flote porque en las emergencias Neymar descubre que la magia es el mejor de los primeros auxilios.
Debería ser un crimen sin derecho a fianza atentar contra las tradiciones populares de Brasil. La paradinha, el dribling, el chanfle y la "hoja seca" pertenecen al patrimonio cultural del país que ha ganado cinco veces la Copa del Mundo. Pero el miedo no conoce fronteras y el Scratch du Oro abandonó la pelota para defenderse de ella.
En cambio, el otro equipo de camiseta amarilla recuerda los tiempos de Vavá y Didí. Los colombianos nacen bailando y saben que la vida se resuelve con picardía, estupendas habilidades para el futbol. En los años noventa surgió una generación que jugaba por gusto y rara vez se preocupaba del marcador. En el camino a Estados Unidos 94, derrotaron 5-0 a Argentina en el estadio de River. Además, hacían jugadas de fantasía, maravillosamente inútiles. Aquel equipo de melenas y bigotes de pirata mostró que el talento no siempre consigue trofeos y que ciertas glorias sólo son imaginarias.
Pasaron años sin que Colombia enderezara el rumbo hasta que la Selección se puso en manos de un hombre acostumbrado a sortear laberintos. En efecto, José Pékerman había sido taxista.
El carácter de este entrenador no es el de quien impone sino el de quien explica: un profesor del futbol. Así conquistó tres Mundiales Sub 20 con Argentina.
La Selección colombiana era tan festiva y caótica como el carnaval de Barranquilla. Le sobraba creatividad y le faltaba método. Pékerman no quiso cambiarle el carácter. Como buen maestro, aprendió de sus alumnos. Entendió cómo se divertían y les enseñó los placeres de la responsabilidad: el que se despierta con los primeros gallos, tiene más oportunidades de hacer magia.
El hedonismo que asociamos con el Brasil histórico cobró nueva vida en Colombia. Su camiseta amarilla desconcierta cada vez más: parece la Canarinha de Mané Garrincha. La situación es tan sobrenatural que el Presidente colombiano se apellida Santos, como el equipo de Pelé.
En las protestas previas a la Copa del Mundo llamaba la atención una pancarta: "Un profesor vale más que Neymar".
Pékerman es el mejor profesor del futbol. Es difícil saber si logrará superar a la Selección de Scolari, pero su brillante equipo rinde homenaje a lo que el mundo le debe a Brasil.
El hechizo de Edson Arantes do Nascimento hoy lleva otro nombre: James Rodríguez.
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