Luis Suárez atacó a Giorgio Chiellini y debió ser castigado, no humillado ni condenado. En la extensa "sentencia de muerte" del tribunal de Torquemada (perdón, del suizo Claudio Sulser) no aparece tampoco ninguna mención específica a la obligatoriedad de un tratamiento médico, o algo que haga pensar que los jueces de turno se preocupan por la salud de los jugadores, que al fin y al cabo son el motivo de su existencia. ¿O sólo están para lucrar?
Desde que el uruguayo mordió al defensa del Chelsea Bratislav Ivanovic, en 2013, el Liverpool lo puso en manos del psiquiatra Steve Peters, autor del bestseller "La Paradoja del Chimpancé".
Al asesor de futbolistas, atletas de clavados, artes marciales, rugby y natación se le adjudica parte del éxito del equipo olímpico británico de ciclismo en Beijing 2012. También ha tenido en su sillón al billarista Ronnie O'Sullivan y ha trabajado con el plantel del Liverpool durante la última temporada en la que los Reds arañaron el título esquivo de la Premier.
El ex profesor de matemáticas y psiquiatra forense asegura que su tarea es como la del entrenador de gimnasio. "Lo que hago es ayudar a la persona a que cambie su conducta en la dirección que quiere". Según Peters la clave está en que los pacientes "aprenden a identificar en qué partes del cerebro nacen sus acciones negativas y cómo las bloquean". Los llama el "control del chimpancé" y el "control del duende". El primero se vincula a lo irracional y emocional, y el segundo a la negatividad que frena la voluntad.
El "mecánico de la mente" les enseña a "calentar" el cerebro antes de una competencia identificando los "demonios". A partir de allí fijan un proceso mental de 5 o 10 pasos que los deja listos para enfrentar su desafío deportivo.
Acerca de las presiones que puede recibir sobre del éxito o fracaso de sus terapias a deportistas, Peters asegura que "es sólo deporte. No es como en el mundo de la cirugía que si uno se equivoca el paciente muere".
Seguramente, con esa filosofía habrá digerido sus dos grandes tropiezos en el Mundial: la eliminación de la selección inglesa, a la que acompañó a Brasil para ayudarla psicológicamente, y la reincidencia de Suárez.
Los defensores del uruguayo dicen que fue desterrado más por su pasado que por el incidente en sí. Adjudicar todo a un "compló" de la FIFA es tan ridículo como estigmatizar al jugador sólo como un caníbal, cuando está entre los mejores del mundo.
Lo paradójico es que el goleador perdería más de 40 partidos por sus mordidas en Holanda, Inglaterra y Brasil, sin haber recibido la tarjeta roja en ninguna de ellas.
El ex delantero del Liverpool John Aldridge había pronosticado en diciembre pasado que, por su calidad, el uruguayo podía "convertirse en el más temido en el Mundial de Brasil".
Luis Suárez se encargó de cumplirlo: humilló a Inglaterra con dos goles en una pierna pero no pudo con él mismo ni con la FIFA, que lo condenó como jugador y se olvidó de la persona.
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