Tanto que me burlé de Rober cuando se enfermó acá en Bahía con la comida que Diosito ya me castigó. No supe si ya fue lo acumulado o la comida "valiente" que hice por 90 pesotes ayer en el Fan Fest. La cosa es que hoy estuve débil, cuerpo cortado y con el estómago revuelto.
Además, todo el día estuvo lloviendo, lo que me cebó todo lo que tenía planeado por hacer en esta hermosa ciudad de Salvador en el Estado de Bahía.
Aquí es la ciudad más africana de todo Brasil, la gente tiene un jeito (forma de ser) muy particular. La gente toda es muy sonriente aunque también descubrí que mi amigo taxista y los de la recepción no estaban exagerando cuando me dijeron que a los tumultos no llevara celulares o cámara.
Hoy que bajé al lobby a ver el partido de Estados Unidos vs. Alemania estuve platicando con unos personajes del País de Gales. A uno de ellos le metieron la mano en el bolsillo y le sacaron el celular. Por más que persiguió al tipo y lo atrapó, los carteristas aquí, como en todos lados, no andan solos y seguramente se pasaron de manos el aparato en media persecución.
Me alegro que yo no tuve ningún tipo de inconveniente de ese tipo pues de alguna manera la cámara y el teléfono están resultando vitales no sólo en la aventura mundialista per se, sino que también me ayudan a contarles todo este tipo de peripecias.
A duras penas me lancé al centro para conocer las atracciones, aunque por razones lógicas no pude probar la gastronomía de por acá en donde lo más particular es el famoso Acarajé, del cual me quedé con las ganas, pues soy valiente pero no kamikaze.
Bahía fue la primera capital de Brasil y era aquí donde desembarcaban los galeones llenos de esclavos provenientes de África. Es aquí donde nació la capoeira que ahora ya ha extendido su práctica a más de 150 países. El Carnaval de aquí, a diferencia del que se lleva a cabo en Río de Janeiro, es una fiesta más popular, más cercana a la gente, todos participan mientras que allá hay que pagar para estar en una grada y ver pasar los carros alegóricos.
Anoche tuvimos una pequeña probada de gente danzando en la calle a ritmo de música de tambores con mucho ritmo y melodías que invitan a participar.
La ciudad no sólo tiene su parte antigua bonita, sino que también es moderna y es la tercera ciudad de Brasil para hacer negocios.
En la noche me regresé al hotel y, aunque muero de hambre, no estoy seguro si me ganará la pereza pues en realidad sí estoy bastante débil.
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