A falta de conocer todavía dos enfrentamientos de Octavos, estamos ante un torneo notable por las apuestas ofensivas generalizadas. La mayoría de los partidos han tenido ocasiones frecuentes de gol, hemos visto vértigo en los desplazamientos hacia el frente y pocos trazos laterales. Los equipos se esfuerzan por no ser presa de las casualidades y causalidades de un futbol mezquino.
Se han dado pocas ocasiones para especular y conservar marcadores. Los competidores han entendido que se trata de un torneo muy breve en el que vale la pena ganar o perder bajo alguna iniciativa en el estilo diseñado que implica fortalezas y riesgos, pero que hay que explotar los primeros aunque se aumenten los segundos. Hay una especie de conciencia generalizada sobre la necesidad de trascender o fracasar con sal y pimienta, pocas veces con una conducta automatizada para apostar a lo menos probable: ganar por los errores del rival o árbitro.
Hasta ahora, los porteros han hecho mejores atajadas que los delanteros goles de lienzo. Hay esta agradable sensación de que lo mejor está por venir, aunque falten los poderosos ingleses, españoles, italianos, y quizá mañana, portugueses. Los que quedan han aprendido la lección y entienden que a esa ligereza que no imponen sus blasones, habrá que agregarle agresividad a la intención para plantear los partidos.
Brasil nada de muertito, no sabemos si porque no puede o no quiere. El tiempo lo va a desenmascarar. Pese a lo que muchos piensan, creo que sigue siendo el favorito natural. Fuera de escena tres de sus grandes oponentes, mencionados arriba, sólo le quedan alemanes y argentinos para poder quebrar sus sueños por enterrar para siempre el Maracanazo.
Me dicen que Brasil tiene serias confusiones entre el estilo europeo que asigna "Felipao" y el ADN que ordena jugar como bailando samba y privilegiar el juego ofensivo. Digo que entre más días avanzan, mejor adaptado al entorno estará Brasil en casa y más desgastados los demás.
Vienen los descontones definitivos, con o sin tiempo extra y penales. Se acerca la etapa que seduce a cualquier televidente amante del deporte que sospeche que no puede haber desperdicio al asomarse al Mundial. Viene la fase en la que los hombres se separan de los niños para detectar al campeón del mundo. Sigo viendo un duelo mortal entre argentinos y brasileños que puede resultar épico. La gran rivalidad de la región, para recordarle a los europeos, que si sus Ligas son las más cotizadas, se debe en gran medida, a que los argentinos y brasileños de todas las épocas, han sido materia prima que robustece la pelota en el Viejo Continente.
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