Hay 2 sentimientos terriblemente opuestos que si se conjugan adecuadamente pueden generar la energía para lograr, por ejemplo, la gloria deportiva.
El amor y el odio se unieron en el corazón de Luis Suárez, el delantero uruguayo, para bombear con fuerza su sangre charrúa y reaparecer ante Inglaterra.
Un mes después de ser intervenido en su rodilla izquierda, y rompiendo todos los pronósticos, el goleador de la Premier estaba el jueves en la cancha brasileña para expiar sus pesadillas.
Suárez confesó después del triunfo que 2 cosas lo inspiraron: el amor por su familia y por el fisioterapeuta que lo ayudó a rehabilitarse, y el enojo que le provocó el entrenador Roy Hodgson con sus declaraciones.
El DT inglés había dicho que Suárez no estaba a la altura de los grandes, que todavía le faltaba jugar un muy buen Mundial y que no creía que estuviera listo para enfrentar a su equipo.
"Para los que dudaban de que estaba al 100 por ciento, que en esta clase de partidos había que demostrar, ahí está la contestación", disparó el "Pistolero" al terminar el juego.
En 1986, un jugador célebre e igualmente controvertido eligió la revancha para tomar impulso. Diego Armando Maradona le metió dos goles a Inglaterra y la eliminó del Mundial de México. Fue el día de la "mano de Dios" y del "barrilete cósmico". Hacía 4 años de la guerra de las Malvinas. "Dijimos antes del partido que el futbol no tenía nada que ver con la guerra de las Malvinas, sabíamos que ellos habían matado a muchos jóvenes allí, los mataron como pájaros. Y eso era la revancha", cuenta en su autobiografía.
Quienes vieron por televisión el primer gol de Suárez ante los ingleses, observaron que abrazó intensamente a un hombre canoso del cuerpo técnico, le señaló para que todos lo vieran y le besó la cabeza. Ese era Walter Ferreira, el fisioterapista que lo había rehabilitado en tiempo récord.
Mientras el jugador luchaba en una carrera contra el tiempo, Ferreira hacía lo propio, pero por salvar su vida de un cáncer. Mientras atendía a Suárez tuvo su última sesión de quimioterapia.
"Yo no podía ir al lugar de entrenamiento y Luis trabajó en mi casa. Eso también lo valoro mucho", contó el "Manosanta" desde Brasil, adonde sus médicos le permitieron viajar a pedido de Suárez y "porque vive para el futbol" según dijo su esposa.
"Si no fuera por él yo no hubiera estado acá. Lloré mucho con él porque fue un momento duro, complicado por lo que vivió también, por el sacrificio que hizo para acompañarme en cada momento", expresó entre lágrimas el goleador después de su gran partido.
En medio de tanta información mundialista, de justificaciones pueriles para insultos colectivos, de errores arbitrales, de resultados inesperados, también hay lugar para que el odio y el amor consigan un final de telenovela.
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