El futbol sufrió ayer un traspié: el poseedor del estilo ejemplar, el equipo que puso el molde que los demás quisieron adaptar, fue eliminado al cabo de apenas dos partidos.
España no fue siquiera competitivo. Salvo el primer tiempo contra Holanda en el que es alcanzada antes del descanso, careció de lo que le había distinguido: un sistema en el que todos eran importantes, pero mas aun lo era el toque de balón y su propiedad; la caja fuerte llena de talento en que encerraban la pelota para sacarle música, acariciarla, luego cambiar de ritmo y finalmente llegar a gol.
Su defensiva era poco menos que invulnerable. Dos Eurocopas y un Mundial dejan testimonio.
Ayer contra Chile, la Roja fue un equipo vulgar en cuanto a que intentó hacer cosas como lo hace cualquiera y no como solo ella sabía hacerlo.
Termina una era histórica en que nos fue regalado un futbol impensable, de alto dominio técnico y táctico. El futbol que nació en el Barcelona para luego extenderse al seleccionado español y que ya dejó de funcionar porque sus piezas de relojería sufrieron el desgaste que de repente manda el aviso caducidad.
Entretanto, México se mantuvo fiel al estilo que le dio congruencia a sus dos presentaciones. Con Ochoa como figura espléndida pero un futbol convencido, concentrado, acompañado y de buena dosis técnica, padece por tener un frente que penetra pero no mata. Pero con lo suficiente para esperar su pase a la segunda ronda en el que tendría a Holanda o Chile como adversario.
La intención no es la de comparar a España con México. Sería inútil. Pero si es la de constatar quien ha encontrado una forma de hacerlo de acuerdo a las herramientas de que dispone y cómo mantenerse apegado a ello.
Para que un equipo se defina a sí mismo, tiene que saber qué es pero también qué no es.
España era un equipo que no entregaba mal la pelota ni la perdía jamás en la salida. Que nunca dejaba de presionar para recuperarla inmediatamente después de perderla. España no tiraba pelotazos para ver si alguien los rescataba. Ayer lo hizo. Y dejó de ser España.
Difícil es pronosticar hasta donde puede llegar México en Brasil 2014. Lo que no es complicado, es mantener el dedo en las cosas que el equipo domina. El Tri no es un dechado de individualidades en ningún lado del campo. México no puede aflojar el ritmo ni arriesgar el balón. México no puede desconcentrarse.
Quedando claro, será mas fácil.
Aunque a veces no se pueda ejercer, como ocurrió con una España hoy llorada porque se ha roto el espejo en que todo mundo quería verse reflejado.
¿Quién podrá reponerlo?
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