La Selección Mexicana inició con un triunfo su participación en una Copa del Mundo que hace ocho meses estuvo a punto de quedar fuera de su alcance.
Contra un adversario camerunés que resultó mucho más débil que lo esperado, y contra un pésimo arbitraje que le escamoteó dos goles legítimos (ambos anotados por Giovani dos Santos), la escuadra tricolor supo imponerse desplegando mejor futbol que el exhibido tanto en la eliminatoria mundialista como en los recientes partidos de preparación.
Es cierto que el rival se presentó muy propicio para el lucimiento mexicano, pero de cualquier forma fue evidente el progreso que en lo individual y en lo colectivo manifestó el equipo de Miguel Herrera.
Si en el futbol a veces se mejora para ganar y otras se gana para mejorar, en este caso el máximo representativo de nuestro futbol consiguió ambas cosas en un mismo partido: ganar mejorando y mejorar ganando.
Más allá del refrescante resultado, será primordial atinarle en el diagnóstico, entender todo lo bueno que se hizo durante 60 minutos, todo lo que faltó hacer en los últimos 30, y a partir de ahí trabajar para acrecentar las probabilidades de éxito ante dos adversarios que serán muy distintos al camerunés.
Como la mayoría de los jugadores se acercaron a la mejor versión de sí mismos aprovechando las facilidades otorgadas por el timorato y muy limitado rival, también en el funcionamiento colectivo se dio el consecuente salto.
Con gran parte de la presión desahogada, los tricolores podrían encontrar esa necesaria tranquilidad que les permitiera seguir progresando.
Incluso perdiendo ante un conjunto brasileño que el próximo martes saldrá como inobjetable favorito, lo indispensable será, más allá del resultado, mantener en el desempeño la ascendente tendencia para así llegar en las mejores condiciones posibles al definitivo encuentro con los croatas.
Porque la merecida victoria y el evidente progreso tranquilizan, pero están lejos de garantizar lo elemental.
Para conseguirlo será fundamental seguir mejorando, y entender que los siguientes rivales no serán lo mismo... y ni siquiera se parecerán un poco.
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