Allá va la Selección Mexicana a su Mundial consecutivo número seis, con las mismas ilusiones, fortalezas y debilidades de siempre. Cargando las esperanzas de millones que encuentran en el futbol una forma de trascendencia colectiva que tiene su validez y también sus límites.
Un equipo formado con urgencia y en el que no falta ni sobra nadie. Un entrenador atrevido, impulsivo y convencido de su método. Jugadores con dosis respetables de técnica, manejo de balón, personalidad y resistencia, pero no todavía parte de las celebridades que rompen marcas y ganan títulos.
Dicen que le ha tocado un sorteo afortunado a México. Pues sí, es cierto y ya nos tocaba. En el juego contra Camerún están la mayor parte de las posibilidades de trascendencia y clasificación de México. Es una Selección africana llena de jugadores explosivos, rápidos y con gol, pero también inciertos tácticamente, propensos al desorden y desánimo en cualquier momento.
En esos 90 minutos, México requiere jugar con el cerebro. Orden, inteligencia emocional, toques llenos de practicidad, seguridad y resistencia física, serán aspectos fundamentales para inclinar la balanza a favor. Es un juego ganable pero no será fácil. Si México logra dar ese primer golpe, llegará con una fe inquebrantable para competir con Brasil de manera notable. Eso no quiere decir que no pueda perder, pero es posible por lo mucho que incomoda a Brasil el estilo de juego de México, que más allá del resultado, el Tri llegue muy fuerte anímica y futbolísticamente contra los croatas para el tercer partido.
Veo a un equipo muy voluble mentalmente; parecen capaces de elevar la moral a niveles insospechados en caso de un triunfo frente a Camerún, y de caerse brutalmente si es que no vencen a los africanos. Es hasta cierto punto lógica esta conducta. No han descubierto, tras la eliminatoria tan accidentada, cuáles son sus alcances en realidad como equipo.
La puesta en escena contra Portugal tranquilizó las aguas. Nos dio la certeza de que el equipo tiene los atributos para competir con dignidad con cualquiera. Ahora lo importante es hacer lo elemental, que muchas veces es lo más difícil, anotar cuando produces situaciones y no permitir goles por falta de aplicación como el que los derrotó.
Dejo para el final un tema delicado del que no se habla mucho: la disciplina. No podemos permitirnos ningún exceso de esta naturaleza. Cualquier bravuconada o tontería, deja al equipo demasiado expuesto. Porque hay lo justo. Al primero que le toca esa chamba, es al impulsivo técnico.
Buena suerte, Tri.
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