Poco le duró el gusto al circo de la Fórmula Uno. Sólo dos carreras y de nuevo a hacer maletas para dejar Europa, aunque sea para una sola carrera y que es favorita de todo el circo. Se corre en la Isla de Notre Dame, a un paso de Montreal, la cual vive por completo un ambiente de carnaval en la semana del Gran Premio. ¡Una larga fiesta de cuatro días!
El circuito se llama Gilles Villeneuve por el gran campeón canadiense. Tiene poco más de 4 kilómetros, con 13 curvas y 5 rectas; y en la principal se alcanzan los 325 km/h. Los frenos aquí son muy importantes, y en un año en que varios pilotos han tenido problemas con el famoso brake by wire.
El tema de conversación es el alejamiento entre Rosberg y Hamilton, dos pilotos con distintas agendas pero con una meta idéntica: el título mundial. El problema es que están en el mismo equipo, Mercedes, y no sólo son los pleitos dentro del auto, que todos podemos ver, sino también sus comentarios, que también podemos escuchar.
Desde que conozco a Lewis, pese a estar muy seguro de sí mismo y de su habilidad, siempre se ha sentido un "Jarrito de Tlaquepaque" y que todo el mundo está en contra suya; así que compitiendo en un equipo alemán y contra un piloto alemán, ¡sentirá que todos están con Nico y no con él! Así que Rosberg, a quien le falta esa velocidad extra y el instinto "asesino" de Lewis, tendrá que luchar mentalmente contra el inglés, y a Niki Lauda le tocará la misión de poner orden en el equipo.
¿Y qué esperamos de Sergio Pérez?, ¡pues otro podio! Ya estuvo ahí en Montreal y lo puede y lo sabe hacer. Tendrá sólo que concentrarse y no meterse en medio de nadie. No quiero decir que su choque con Button en Mónaco haya sido su culpa, porque no se vio muy claro, pero sabemos que Jenson no es un piloto sucio, y "Checo" necesita ser más constante y sumar en cada carrera.
Esteban Gutiérrez, quien aún debe estar llorando por el octavo sitio que perdió en Mónaco, esperemos que Sauber haya encontrado algún secreto para Montreal.
jo.ramirez@reforma.com |
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