Viene la época de clasificar a las especies futboleras en tres grupos: los que quieren que a México le vaya bien en Brasil (99% de la población), los que creen que le irá bien (puede bajar hasta el 50% de los ciudadanos), y los que colocan en la balanza de la reflexión factores como antecedentes, rivales, capacidad individual de los jugadores, cohesión, recursos de ataque, coordinación defensiva, calidad táctica del entrenador, inteligencia emocional del grupo, calor, altitud, alcances del portero, disciplina, amplitud en la banca, resistencia, fuerza y potencia, talla, técnica, manejo de balón, poder de desequilibrio, etc.
En este tercer grupo, sólo se instala el 10 por ciento de los opinólogos. Lo importante no es confundir las tres posturas. Querer y creer que le puede ir bien a México es un acto de fe; pensar que le debe ir bien, responde a factores fuera de los rangos emocionales.
Reitero lo que he venido reflexionando hace meses: el grupo de México, junto a Croacia y Camerún le da expectativas claras de clasificación a Segunda Ronda; si nos hubieran instalado en la mayoría de los otros grupos, la complejidad sería mayor.
Miguel Herrera no había tenido desplantes mayores que reflejarán la presión por el momento futbolístico individual de casi todos sus jugadores que repercute directamente en la forma y eficacia para tener un equipo seguro, sólido, coordinado.
El martes por la noche cayó en la tentación y exageró en la molestia e importancia de una lista de titulares de última hora presentada por Bosnia. No olvidemos que este equipo calificó con la base americanista que hoy ya no está, que Herrera hace lo que puede por arraigar sus conceptos con urgencia entre sus pupilos, pero en el deporte de conjunto, entre más juegan los mismos, más certezas y menos dudas. Es obvio y elemental.
Herrera no se ha quejado por falta de tiempo, no se lava las manos y eso ya es reconocible en un gremio que acostumbra repartir responsabilidades a todos y evade la autocrítica. Dice Miguel que se matarán en la cancha. Muy bien, pero esto no es de querer, es de poder.
Ganan los que tienen más habilidades e inteligencia, no los que corren más. México está para competirle dignamente a cualquiera. Lo demás es querer y creer. Se vale.
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