La Selección Mexicana jugó ayer su penúltimo partido de preparación rumbo a la cercana Copa del Mundo de Brasil 2014.
Al enfrentar al representativo de Bosnia, los tricolores trataron de avanzar en su intento de mejorar en lo individual y consolidarse como equipo.
Independientemente del resultado y de lo poco o mucho que hayan avanzado en ese intento, la pregunta es qué tanto le ha servido y terminará por servirle a la escuadra nacional esta pequeña gira por canchas estadounidenses, que culminará cuando el viernes enfrente al conjunto portugués.
Porque cualquier posible aprovechamiento, en realidad, ya resultó contraproducente desde su partido ante los ecuatorianos, cuando la pérdida de uno de sus mejores elementos, quizá el mejor, echó por la borda el primordial objetivo de llegar al 13 de junio en condiciones óptimas.
Es cierto que fue Luis Montes, con esa precipitada acometida dos minutos después de anotar un golazo, el único responsable de su propia tragedia.
Pero más allá del error cometido y del altísimo precio pagado, la desafortunada jugada cambió inevitablemente la forma de encarar los restantes partidos de preparación.
Si antes se trataba de llegar lo mejor posible, ahora para algunos puede tratarse solamente de hacer lo posible para llegar.
¿Qué tanto mejoraron ayer y qué tanto varios jugadores prefirieron cuidarse para por lo menos estar en el Mundial como por desgracia ya no estarán algunos de sus compañeros previamente contemplados?
¿Cuánto aprovechamiento futbolístico puede esperarse de su último partido de preparación una semana antes de su primer compromiso mundialista?
No mucho si sobre la urgencia de mejorar en algunos prevalece la premeditada o instintiva decisión de solamente cuidarse.
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