Por desgracia ha sido Luis Montes el principal responsable de su propia tragedia.
El talentoso mediocampista, quizá hoy por hoy el mejor jugador de la Selección Mexicana, 120 segundos después de anotar un golazo cometió una imprudencia que le ha costado el Mundial no sólo a él, sino aparentemente también a su adversario ecuatoriano, Segundo Castillo, por completo inocente en esa desafortunada jugada.
Tras controlar con la parte interna del pie izquierdo el balón de Paul Aguilar, con esa misma parte de su educadísima zurda Montes se adelantó demasiado la pelota para prácticamente regalársela a Castillo.
En el afán de "corregir" ese pequeño error técnico, imprudentemente cometió uno mayor: lanzarse con su máximo impulso contra un adversario que había hecho lo indicado y ya le había ganado la pelota.
Esa mal calculada acometida provocó el fuerte impacto y el lamentable desenlace, con su pierna derecha fracturada, la rodilla del oponente lastimada y la tarjeta amarilla bien sacada y quizá "corta", porque bien pudo ser de roja... aunque la desgracia ya era mucho mayor y la tarjeta lo de menos.
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