Hay dos versiones en cada historia. Real Madrid puede contar que nunca dejó de insistir, que pese a su falta de lucidez ofensiva durante 70 minutos, en los últimos 20 logró arrinconar a un rival que, pese a su claro y muy efectivo quehacer defensivo, mantuvo durante todo el torneo, y gran parte de este juego, la posibilidad de hacer daño aunque fuera con la pelota parada, que de hecho le da el gol de la ventaja.
El Atlético puede seguir quejándose de cinco minutos de aumento que quizá nadie le hubiera otorgado al rival con otro nombre. Puede también explicar el descenso de su capacidad ofensiva en las dos bajas más significativas de su potencial ofensivo: Costa y Turan.
El Real fue atado de manos durante 70 minutos y capaz también, de sobreponerse a dos errores monumentales de Iker Casillas, sólo uno fue al marcador, a tres fallas frente al gol de Gareth Bale, y a una actuación más que discreta de Ronaldo. Pero para eso también existen Sergio Ramos, Ángel dí María y Marcelo. El Atlético debe revisar las razones por las que termina siendo una caricatura en la parte física durante la prórroga, porque es claro que en el futbol se cansa más el que intenta con la pelota crear situaciones ofensivas, que quien se defiende en cuarenta metros propios con recorridos laterales, fuerza y anticipación como los Colchoneros.
Todo influye. El marcado tenor trágico de las desgracias del Atlético en su historia, y las grandes gestas merengues de todas las épocas, también alinearon. Ancelotti ganó y nadie recordará su mala decisión, aunque haya sido evidente, de optar por Sami Khedira, falto de ritmo y rebasado siempre en el corazón del campo, frente a otras opciones más frescas, específicamente Illarramendi.
En cambio, frente a la derrota, la participación como titular de un disminuido Costa, se considera, y él mismo técnico lo admite, como un error de Simeone. El jugador decide, el médico asume y el técnico debe hacerle caso a ambos y apelar al peso específico del jugador. Como el Atlético perdió, entonces lo de Costa se vuelve más grave. Partidos al límite y finales al límite, suelen ser ganadas por los planteles con mayor calidad.
En eso basó su gigantesco triunfo el Real. La Final no fue luminosa, el Atlético la condicionó así. Pero se le olvidó el último minuto y no hay nada más que explicar; reglas del futbol que se tapa los ojos frente a cualquier tendencia.
Cierto que hay una recompensa que a muchos tranquiliza: ganó el que más intención puso para ir al ataque. Así gana el Madrid.
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