Es fácil decir que Gustavo Matosas fue el mejor entrenador del último año. La ecuación es tan simple como decir que en los dos torneos que disputó como técnico del León fue campeón.
Quizá lo más significativo de la conquista de Matosas no fue el bicampeonato, sino la recuperación del homo ludens que cada jugador lleva dentro. Lo del León (cuya única manchita en el uniforme es la multipropiedad) fue un futbol nostálgico, de los ayeres del juego, donde se competía por la simple diversión del espíritu.
Se sabe que en el deporte de alta competición la meta final es la victoria. Pero también se sabe que hay muchos caminos para ganar un juego. El León de Matosas eligió jugar al futbol por diversión, teniendo reglas básicas de orden para no perder el equilibrio, pero con la mira puesta en el marco de enfrente. En el futbol utilitario de estos tiempos, donde se exige el triunfo "como sea", lo del León es como encontrar una flor nueva en el viejo jardín. Matosas ha puesto de moda el nostálgico concepto de ganar jugando bien al futbol.
El propio Matosas confiesa la gran influencia que tiene en su carrera haberse encontrado en la vida con un idealista del futbol-arte como Telé Santana: "Soy santanista. Me dirigió Telé Santana en 1993 en Sao Paulo y marcó mi vida como jugador. Hoy como entrenador siempre recuerdo muchas de las cosas que él hacía... De Telé aprendí el gusto por el buen futbol, y que a veces hay que correr ciertos riesgos para intentar jugar bien".
Matosas ha hecho una valiosísima contribución para que el aficionado viva momentos de evasión en un estadio. Lo ha devuelto a la edad de la inocencia. El objetivo es ganar, sí, pero jugando con alegría, buscando con la misma intensidad la victoria y la felicidad de su afición.
Este León ha devuelto a la gente a las tribunas, quizá pensando en la sentencia del maestro Mario Benedetti: "Un estadio de futbol vacío, es un esqueleto de multitud".
Matosas juega una de las máximas de Jorge Valdano: "Como entrenador hay que poner un ojo en la cancha y otro en la alegría de los espectadores". Y una frase más de Valdano refleja la realidad del León en la cancha: "Al balón hay que quererlo mucho y tenerlo poco".
Una de las mayores aportaciones de este León a los torneos mexicanos en los últimos cinco semestres ha sido la de sacarnos del bostezo semanal, para evitar que nuestro futbol se muera de aburrimiento.
Con apenas 23 puntos en 17 partidos, siendo el octavo de la tabla, este León ganó el bicampeonato porque siempre fue fiel al estilo y no traicionó sus convicciones. Matosas ha dejado para la historia la lección que se puede ser campeón poniendo un ojo en la cancha y otro en la alegría de los espectadores.
hhuerta@reforma.com @hectorhuertad |