El imaginario popular de quien tiene 50 años para arriba se sigue haciendo la misma pregunta: ¿Qué hubiera pasado si Alberto Onofre no se fracturara a pocos días de jugarse el Mundial México 70?

El jugador de Chivas, talentosísimo y destinado a ganarse la vida como tornero después de su desgracia, era la estrella del equipo. Mediocampista de gran clase, en una jugada sin chiste al término de un interescuadras con tenis, se fracturó tibia y peroné en un choque con Juan Manuel Alejandrez.

No se sabe si la derrota de 1-4 frente a Italia hubiera sido diferente de estar Onofre en el campo. Es el misterio del salvador infortunado.

En el caso de Juan Carlos Medina, es más complicado culpar la derrota, cuando llegue, en Brasil.

Pese al papel de Atila que le había conferido Miguel Herrera como único recuperador natural en el medio campo, su función en el equipo no era tan notoria como la de un orquestador capaz de inclinar la balanza. De cualquier manera, para el técnico nacional hay un cambio de planes con poco tiempo para corregir.

Dicen que hay cosas que se acomodan por sí mismas cuando se tienen vicisitudes. Posiblemente este inesperado acontecimiento dará luz a Herrera para ser menos suicida y colocar en esa zona a dos elementos de contención.

El futbolista, compungido pero resignado, sabe y dice que se decidió lo inevitable. Su baja era necesaria y ahora tendrá que esperar ofertas, ya operado.

Para ocuparnos enteramente del Mundial sólo falta el cerrojazo a la temporada europea con el partido que definirá el título europeo.

Real Madrid, equipo acaudalado, se enfrenta a un intruso que dio portazo para sentarse a fuerza en la mesa de los banquetes.

Los Colchoneros, con menos, han hecho más. Arrancaron la Liga y la Champions al Barcelona, y mataron varios gigantes para estar ahí.

Lo realizado por el Atlético no es casual y es un ejemplo de una buena gestión por un lado y de la personalidad que es capaz de impregnar un técnico por la otra.

Los Colchoneros juegan como jugaba Simeone y el "Cholo" corresponde con el espíritu de la tribuna que siempre se manifiesta en el Calderón.

Llega con bajas muy importantes, pero con una dinámica que le ha hecho posible ligar hazañas.

El denominador común de ambos técnicos es su capacidad de convencimiento, cada quien con la calidad del plantel que manejan.

Con bajas o sin ellas, hay un sello que han sabido imprimir. Y ese, siempre es un argumento.

 
 
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