El futbol mexicano decidió hace 44 años determinar sus campeones con un procedimiento que implica dos cosas: los equipos juegan diferente, ofrecen espectáculo, salen a meter goles, y en segundo lugar nadie tiene ventaja real sobre los demás. Igual da llegar siendo el líder que el octavo -y cuando había Repechaje, hasta décimo- para pelear y ganar el título. A cada quien se le quita en la puerta la cartera con las riquezas acumuladas y se le dan básicamente las mismas fichas para poder apostar.
Se dice que hay equipos que saben jugar Liguillas y otros que no agarran el barniz. Hay quienes pueden cantar ópera en el torneo regular y pierden la voz en la presentación estelar. A la mente llega la imagen de Cruz Azul.
Lo sucedido el sábado en su cancha es para Ripley. Se suma un colmo más a los ya coleccionados, con una jugada sobre el límite del tiempo en que estrella dos veces -sí, ¡dos!- el balón en el poste en la misma jugada.
Eso hubiera cambiado la historia en la que sin embargo, León supo ser mejor. Si en el partido de ida la figura fue Jesús Corona que ofreció un repertorio de atajadas sensacionales, es porque ya había un dominio esmeralda que no pudo reflejar en el marcador. Fueron los dos muy buenos partidos. Entretenidos, de Liguilla con la firma que eso implica.
Los esfuerzos agónicos bajo la lluvia no le alcanzaron al azul pese a tener mayor personalidad que sus propias versiones anteriores; pese a que esta vez se veía más sólido, más listo para el triunfo.
América, con una actuación decepcionante en Torreón, pierde la ventaja de dos goles fabricada en la comedia de enredos de la ida. Las Águilas carecieron de empaque casi todo el torneo.
Santos Laguna en plena efervescencia, pasó un susto final pero en el acumulado de minutos lúcidos en los 180 jugados también fue mejor que el adversario.
Pese a existir momentos puntuales en que los eliminados brillaron, León y Santos merecieron el premio.
Miguel Herrera tendrá dos preocupaciones: lo cansados que le llegarán al Tri los convocados del León y lo flojo y desmotivado de los del América.
Xolos luchó y merecía más frente a un Toluca que sufrió demasiado en la ida y no resultó goleado porque habrá llevado un amparo en la bolsa. En la vuelta, siguió padeciendo pero su poder le bastó para ser semifinalista.
Y Pumas, que hizo más de lo que podía en la campaña, fue humillado por Pachuca, que en la última jornada se levantó de la lona para clasificar de milagro. Es la peligrosa inercia que tienen los invitados de última hora.
La Capital se quedó muda. Se quedaron sus tres equipos.
¿Alguien se atreve a apostar la quincena por un favorito?
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