El Club Deportivo Guadalajara, antes Asociación Civil y hoy Sociedad Anónima, nació en 1906. El próximo 8 de mayo cumplirá 108 años de vida y se encuentra en un momento de encrucijada, con la sombra del descenso encima de su brillante historia.
Hoy, más que aumentar los 11 títulos de Liga en 70 años de futbol profesional, el Guadalajara tiene enfrente el reto de la salvación, para tener tranquila a su numerosa grey de aficionados que idolatra los colores y que sufre y goza con las victorias y derrotas de su equipo.
Jorge Vergara Madrigal no compró simplemente una franquicia de Primera División. Asumió como dueño la responsabilidad de brindarle alegrías a los millones de seguidores que tienen las Chivas, dentro y fuera del País, diseñando torneo tras torneo un plantel con aspiraciones de ser campeón, cosa que no ha conseguido a cabalidad.
Su responsabilidad es tan grande que días y noches no le alcanzan para cumplir con las tareas asignadas, por su condición de depositario de la fe popular.
Vergara ha fallado muchas veces la encomienda porque un título en 12 años y tres torneos consecutivos sin clasificar, además del riesgo inminente del descenso, no es lo que la afición esperaba.
Ser dueño de las Chivas no se trata sólo de cumplir cabalmente con la nómina de cada mes. Su misión abarca velar por los principios que le dieron grandeza al Guadalajara, para que no se pierda la identidad con sus fieles y para que pelee año con año los títulos.
A Vergara le heredaron sus antecesores de la Asociación Civil no solamente deudas y un mal momento futbolístico, sino una sala de trofeos repleta, que contaba historias fantásticas de un equipo que nació, creció y se desarrolló en el corazón de millones de seguidores. Los colores de las Chivas son sinónimo de grandeza.
Hoy que el Rebaño vive un momento penoso, Vergara está a tiempo de dar los golpes de timón que necesita la institución. Las Chivas no merecen la mediocridad de los últimos torneos, ni la conducta de varios de sus integrantes.
Las Chivas deben marcar la ruta de la ejemplaridad institucional, porque el suyo es un modelo de eficacia comprobada, con puros jugadores mexicanos, con unos colores que soportan el paso de generaciones y con una historia rica en conquistas deportivas.
Este affaire Ricardo La Volpe-integrante del staff tiene que ser aclarado hasta las últimas consecuencias porque están de por medio la honorabilidad de personas y la solidez moral de una institución.
Pero una vez pasado este vergonzoso incidente, viene la realidad de la tabla de cocientes. El Guadalajara tiene problemas serios de descenso. Y eso, ante su afición y la tranquilidad emocional de medio País, no es poca cosa.
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