Nos sobran las razones. Tena y Cardozo utilizan suplentes porque saben que la valoración sobre sus méritos no es uniforme, porque saben que el jugador en México, nacido acá o foráneo, no rinde si no tiene los días suficientes para ser exigido, aunque sea sólo por costumbre.
El aficionado va al estadio y conoce sólo unos cuántos nombres, no profundiza en mucho, de manera que su boleto no se paga en función de la cantidad de titulares, sino en la medida de su ilimitada pasión; debería ser de otra manera, claro es.
El preparador físico que trabaja en México, no se atreve a alterar los métodos imperantes, no tiene la consideración que se requiere en un futbol de alta exigencia, de manera que su opinión termina siendo la que el entrenador ha dicho para las cargas de trabajo. Toluca y Cruz Azul saben del poco impacto que suele tener en el futbolista que juega en México la posición en la tabla en una Liguilla.
Es más, si estás entre el tercero y el cuarto lugar, la presión y atención se trasladan hacia el uno y dos; y estos suelen ponerse tan tensos por la etiqueta de favoritos, que terminan echando por la borda la regularidad de una temporada consistente. Tigres no festeja la Copa con desfile, porque la Copa en México ha sido metida con calzador, no necesariamente por al entusiasmo y seriedad de la FMF, sino por la indiferencia de los clubes para valorarla.
Así es imposible darle peso a un torneo que debería ser tan importante como la Liga. Pero volvemos a lo mismo: el formato por grupos de la Copa es obra y creación de los técnicos que se niegan, en casi todos los casos, a implementar formas de trabajo que permitan a sus planteles rendir tan bien en un torneo como en el otro.
Y llegamos a lo que quería. Un círculo vicioso en el que no hay claridad sobre las prioridades a atender. Cada club tiene una constitución, origen, intereses comerciales y deportivos tan distintos entre sí, que terminamos por estar frente a un carnaval de pretensiones tan disímbolas que no hay cómo exigirle lo mismo a cada uno.
Por eso, guste o no, hay cinco grandes en el futbol mexicano y los pondré sólo por estricto en orden alfabético: América, Cruz Azul, Guadalajara, Toluca y Universidad Nacional. Frecuentemente, y en un lapso considerable de esfuerzos sostenidos, estos cinco, han buscado por décadas la excelencia. Más allá de manejos raros y tenebrosos (los han tenido todos) son instituciones que se mantienen en la máxima categoría con índices sobresalientes de logros, y principalmente, de intenciones legítimas para atender la calidad del juego, que suele proveer, como mayor factor, la consistencia.
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