En los juegos de los dos niños reclamaba protagonismo el amor que compartían por el Liverpool. Steve tenía 8 años y Jon-Paul 10. Eran primos, que a veces significa mucho más que ser hermanos.
Aquel 15 abril de 1989 Jon-Paul cumplía uno de sus sueños: ir a ver a su equipo del alma que jugaba la semifinal de la FA Cup contra el Nottingham Forrest.
Steve se quedó esperándolo toda la vida porque cuando volvió lo trajeron en un ataúd. Había sido la víctima más pequeña de las 96 que murieron aplastadas en una avalancha en el estadio de Hillsborough. Un hecho de hace 25 años que está aún hoy reclamando a los verdaderos culpables.
Steve sigue recordando la tragedia con lágrimas. El domingo pasado las derramó por el suelo de Anfield. Tras el pitazo final que sellaba la victoria 3-2 del Liverpool sobre el Manchester City, Steve Gerrard, el histórico capitán de los Rojos, rompió a llorar. La victoria los dejaba en la punta de un campeonato que se les niega desde 1990.
"Mi reacción no fue solamente porque había sido uno de los partidos fundamentales de la temporada. Fue por que esta semana significa mucho más que futbol para cualquiera que se sienta identificado con el Liverpool", explicó después a la prensa.
Cuando sus compañeros corrieron a abrazarlo aprovechó para arengarlos y decirles que quedaban cuatro partidos que había que jugar con el mismo compromiso y sin dormirse en los laureles.
Es que hace un par de semanas, tras una increíble seguidilla de victorias, Gerrard y los suyos empezaron a creer que no solamente estaban para luchar por un lugar en la Champions (la que parecía la máxima meta) sino que el título, que nunca han obtenido en la Premier League, no parecía tan quimérico.
El empate a media semana del City con el colista Sunderland los puso un poco más cerca. Enfrente tiene como único obstáculo razonable al equipo de José Mourinho, el Chelsea, que lo visitará el último domingo de abril a 72 horas de su partido de vuelta con el Atlético de Madrid por la Champions.
Gerrard es una pieza clave dentro del campo: distribuye el juego con calidad, es implacable en los penales y contagia su garra. Y fuera de la cancha porque logró convencer a Luis Suárez de que olvidara su intención hecha pública de abandonar el club.
"Sería maravilloso para el Liverpool, para sus aficionados y para los deudos de Hillsborough que ganáramos el torneo, pero eso no sería lo más importante para ellos", ha dicho Alan Hansen, uno de los capitanes de los Reds en el momento de la tragedia.
Pero Steve, el jugador, quiere salir campeón a toda costa porque esa es su principal meta como líder de un equipo histórico.
Y Steve, el primo de Jon-Paul, seguirá recordándolo con cada una de sus lágrimas, consciente de que si reclama justicia desde el podio de campeón su voz se oirá aún más alto.
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