Mano dura en el Nido Desde que Ricardo Peláez se fue del América, la directiva se ha vuelto más dura con los jugadores, pues antes el presidente del equipo hablaba con los que llegaban a tener algún problema, con los que se iban de la boca y hasta con los que traían mal de amores.
A lo mejor por eso Rubens Sambueza andaba más controlado y no perdía tan fácil las "cabras". Pero ahora, a la primera que hace, les llega el llamado de atención del área operativa y no hay contemplaciones.
Las multas no se han hecho esperar por amonestaciones y llegadas tarde, hasta me cuentan que los asados ya no son tan alivianados como antes, la mayoría llega con ganas de irse porque por ahí hay algunos miembros de pantalón largo que se dedican a estar al pendiente de lo que dicen los demás, para luego ir con el chisme, pero no les digo nombres porque no se vaya a enojar uno que viaja a todos lados con el equipo y al que muy, pero muuuy pocos toleran.
Hace unas semanas Andrés Andrade y su esposa cerraron su cuenta de Twitter de manera intempestiva, ya que por ahí vino la "sugerencia" de que era mejor mantener su vida privada... muy privada.
No vaya a ser que los mal pensados digan que sólo vino de paseo a México, por aquello de que pueda encabezar la lista de transferibles el torneo entrante.
Maltratan a Delfines Además de no recibir su sueldo en casi tres meses, de no poder derrotar al Necaxa como locales en el primer partido de la Liguilla en el Ascenso MX, dicen que los jugadores de Delfines quedaron muyyyy enojados al acabar el juego del miércoles por un par de incidentes, uno en la cancha y otro fuera.
Resulta que durante el partido al venezolano Jesús Gómez le cometieron un penal del tamaño del estadio que el árbitro no marcó, pero no sólo eso, a través de Twitter, elementos del equipo campechano denunciaron que a la hora de decirle al silbante que era penal, éste los trató con groserías y una actitud altanera.
Pero el incidente que más molestó a los Delfines fue que al final del juego Liborio Sánchez se acercó a la tribuna a regalar sus guantes a un aficionado, que los atrapó en el acto, pero en ese momento un elemento de seguridad apareció y le quitó el regalo al seguidor con el pretexto de que ponía el desorden en la tribuna.
La queja llegó a oídos del portero, quien le mandó decir al fan, a través algunos conocidos, que al día siguiente fuera al entrenamiento para obsequiarle otros guantes.
Vaya gesto de Liborio, ya que de por sí no recibe su salario, y al emocionarse y mandar sus guantes a la tribuna, el regalito le salió al doble.
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