Es indudable que la mediocridad prevaleciente en el actual torneo del futbol mexicano tiene gran parte de su origen en el sistema de competencia.
Un sistema que les permite seguir aspirando al título de campeón a equipos que ni la mediocridad han alcanzado, que han navegado por abajo de ella.
Quienes no distinguen el nivel del futbol que se juega, pretenden confundir el bienvenido equilibrio de fuerzas con la inconsistencia y la pobreza en el desempeño de los equipos.
Si los altibajos en triunfos, empates y derrotas (en lo que se refiere a la simple cosecha de puntos) sólo fuera producto de esa positiva similitud de fuerzas, podríamos hablar de una liga muy competida en la que dicho equilibrio propicia que incluso el más débil sea fácilmente capaz de vencer a domicilio al más fuerte.
Pero por desgracia no es ese equilibrio lo que hace especialmente impredecible el resultado de cada partido, sino la inquietante inconsistencia y la franca mediocridad en el rendimiento de la mayoría de los competidores de partido a partido... y dentro de uno mismo.
Y si esa mediocridad es premiada por un sistema de clasificación que les permite meterse a la Liguilla final a equipos que ni a la medianía llegan, también es abiertamente promovida por esa tablita del descenso que puede perdonarles cuatro o cinco desastrosos torneos pero les permite salvarse en el sexto.
Además, este "criterio" para definir al descendido provoca que ni siquiera se sepa quiénes son, sobre todo entre los jugadores y el técnico, los principales responsables en cada descenso.
En el caso actual, Pablo Marini fue por mucho el técnico más productivo entre los ocho que el Atlante tuvo en esos tres años que lo han llevado a la división de ascenso, y sin embargo es a él a quien le toca descender, y no a otros con mayores "merecimientos".
Así se premia la mediocridad arriba, entre quienes le tiran al título a veces sin tirarle, pero también abajo entre quienes luchan por no descender. Algo que cambiaría radicalmente si por ejemplo en cada torneo clasificaran solamente CUATRO equipos... y cada año descendiera el peor en ese lapso.
Un endémico sistema promotor de la mediocridad, que lamentablemente no se ve para cuándo modifiquen.
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