La noche del 30 de octubre de 2002, Jorge Vergara llegó como dueño de Chivas en medio del alboroto de los barristas y tenía en la bolsa la esperanza de la afición.
Esa noche, los socios con certificado de aportación del Club Deportivo Guadalajara, AC determinaron por mayoría transformar la AC en una SA para vender sus acciones a Vergara, convirtiéndolo de automático en socio mayoritario.
Vergara se encontraba ese 30 de octubre de 2002 con sus colaboradores y familia cenando en el restaurante La Mentirosa (ubicado por Rubén Darío, en Providencia, hoy ya cerrado) cuando le avisaron que su propuesta había ganado y que se trasladara al club para una toma simbólica de instalaciones. Fue recibido por la barra 1906, que coreó su aparición y le dedicó varios de sus cánticos. Era el depositario de la fe popular. Casi fue cargado en hombros, como héroe.
Casi 12 años después, los barristas han sido expulsados de su paraíso, tras los incidentes violentos en el Clásico frente al Atlas. Vergara tomó la determinación de echarlos, pero no tuvo el respaldo de la FMF ni de la Liga MX, ni de los otros 17 equipos de la Primera División. Lo dejaron solo.
El problema para Vergara es que para erradicar la violencia se requiere un frente común. La violencia en los estadios no terminará con la voluntad de un solo dueño. Se requiere una decisión unánime.
Uruguay vive problemas similares con los barristas, pero allá intervino el propio presidente de la República. José Mujica dijo que la lucha contra la violencia en el futbol "es una causa nacional" porque "no se puede consolidar la estupidez humana" que lleva terror a los estadios.
El dueño de Chivas también se ha quedado solo en apoyo popular. Los resultados de los últimos torneos no corresponden a la naturaleza de sus promesas de campaña, cuando anunció que tendrían "al mejor equipo del mundo, con el mejor entrenador del mundo".
Para el siguiente torneo, Chivas sumará a su cociente los 23 puntos con John van't Schip, los 12 con Benjamín Galindo y los 16 con la dupla Galindo-Juan Carlos Ortega, más los que acumulen en esta campaña.
Para sortear este problema real de descenso, olvidando la historia, Jorge Vergara contrató como "bombero" a Ricardo La Volpe, con quien tuvo muchas diferencias en el pasado, hasta llamarlo "borracho, inseguro y paranoico" en junio de 2006.
Otro enconado rival de Vergara, Hugo Sánchez, acaba de dictar sentencia: "Tienen que vender Chivas a otra gente que tenga capacidad y conocimiento para manejar un equipo profesional de futbol".
Jorge Vergara está solo. Y no es del todo malo. Gustavo Adolfo Becker decía que "la soledad es el imperio de la conciencia".
hhuerta@reforma.com @hectorhuertad |