En nuestro futbol no se recuerda otro momento en el que varios equipos de Primera División pasaran por tantos apuros económicos como sucede ahora.
El Querétaro, el Puebla, los Jaguares, y hasta hace pocos meses el Atlas; por no hablar de casos similares que tal vez estén latentes y a punto de aflorar, o del actual Celaya y de otros equipos de la División de Ascenso.
Con ese pretexto de la falta de solvencia económica de algunos participantes, por desgracia podría cernirse sobre nuestro balompié la amenaza de incrementar la ya de por sí galopante y nociva multipropiedad.
Para quienes insisten en convencernos de que un equipo de futbol no es ni puede ser negocio, la solución es tan tentadora como sencilla: que todos los equipos sean manejados por quienes ya mostraron capacidad, por lo menos económica, para manejarlos.
Si la inquietante amenaza se convirtiera en realidad, en un futuro no muy lejano podrían siete u ocho dueños repartirse los equipos de Primera División (y de una vez los de la División de Ascenso), para así contar cada uno con su buena y equitativa tajada del suculento pastel del futbol mexicano.
Así, dichos dueños armarían a su antojo su propia Liga MX, quizá con un toque parecido al de la tradicional Lucha Libre, con partidos emocionantes de final previamente establecido.
¿No creen ustedes, estimados lectores, que a varios dirigentes se les antoja muchísimo tal esquema?
En aras del más elemental Juego Limpio, de la equidad de condiciones que debe prevalecer en cualquier competencia, esperemos que no prospere esta amenaza de la "multipropiedad institucionalizada".
Porque una cosa es que se avoracen (como suelen hacerlo), pero por favor no exageren. No hay que ser.
@rgomezjunco gomezjunco@reforma.com |