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Transformó a México
Daniel Bautista | 14-03-2014
en CANCHA
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México siempre estará en deuda con el profesor Jerzy Hausleber.

Más que homenajes o reconocimientos póstumos para el que considero el entrenador más grande de todos los tiempos, quien nos llevó al éxito mundial y olímpico en la marcha, el profesor Hausleber debe quedar como uno de los íconos del deporte mexicano.

Hace 41 años, exactamente un 13 de marzo de 1973 y después de viajar toda la noche en autobús desde Monterrey para pararme por la mañana en el Comité Olímpico Mexicano, ahí mí vida se transformó, como seguro estoy, le sucedió a muchos mexicanos.

Nos quedamos cortos al mencionar que fue el padre de la caminata; como profesional lo logró todo. No me equivoco, porque nadie ha ganado ocho medallas olímpicas en el país, y en lo personal, fue un padre para mí; fue duro, difícil, me exigió desde el primer día, no le importó que viajara toda la noche, me puso a entrenar sin miramientos 35 kilómetros.

Pero tenía su toque especial, hablaba con cada uno, comprendía y se compenetraba con la personalidad del atleta. Eso te hacia sentir bien, especial, se involucraba en todo.

Le pedí que enviará una carta al departamento de Tránsito de Monterrey, mi lugar de trabajo en ese año, para que me permitieran comentarme en el COM y lo hizo.

En esos días, o actualmente, es difícil encontrar personas así, con ese lazo que te daba el profesor Hausleber.

Me tocó verlo en Monterrey previo a los Juegos Olímpicos del 68, y en San Luis Potosí, en 1972, platicamos para iniciar algo formal en 1973 (su partida al COM).

No pasó mucho tiempo para que yo, y muchos compañeros nuevos, nos diéramos cuenta de que era algo excepcional; su conocimiento metodológico y científico formaban campeones mundiales y olímpicos.

Personal y profesionalmente soy su reflejo. Siempre nos decía, "chavos, no titubeen, no dejen pasar la oportunidades que nunca regresarán, siempre tienen que estar al 100 por ciento. No lo piensen ni dejen las tareas para más tarde, porque en ese entonces, nuestros rivales, los de aquella Europa Oriental o rusos nos harían aplastar".

Lamento que en los últimos dos años no pudiera pasar más tiempo con él, con mi padre Jerzy Hausleber; el trabajo y los compromisos de familia me lo impidieron.

Viajaba a México frecuente y exclusivamente para visitarlo.

Cuántos éxitos nos dio como País, pero cuánto le quedamos a deber que, en cierto momento, se le olvidó a México lo que nos dio un entrenador polaco y lo dejamos abandonado (económicamente).

Insisto, debe ser uno de los íconos del deporte México.

 
 
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