La luna de miel de Miguel Herrera, afición y opinión pública, corre riesgo de un primer raspón el próximo miércoles. A la dinámica, toques rápidos y de primera intención, salida por los costados para profundizar y celeridad en la recuperación de posiciones para retomar la posesión del balón que pretende el "Piojo", se les opondrá una Selección nigeriana que maneja igual o mejor esos valores, más el potencial individual de jugadores sumamente cotizados.
Nada debería cambiar en el nivel de expectativas que tengamos del Tri en Brasil, a partir del funcionamiento y resultado de este encuentro, no importa de qué tipo sean estos. Volvamos a lo básico: si entendemos que hay un tiempo muy restringido para entrenar, que los que vienen de fuera estarán desgastados por un viaje tipo Marco Polo, y que no están viviendo precisamente la plenitud en Europa, más la potencia, explosividad y calidad de los nigerianos, lo prudente es reflexionar en estos factores para no pedir de más ni de menos en las variables a medir de este partido.
Miguel Herrera intenta exprimir las horas para adoctrinar a los jugadores y que logren asimilar conceptos, que ciertamente tienden a la practicidad, pero debemos estar claros que son lecciones forzadas por el tiempo y es complicado que las ideas sean adaptadas a profundidad para generar el suficiente entendimiento y eficacia colectiva.
Esta sí será una prueba de dimensión en la era Herrera. Y sabiendo que Miguel no suele traicionar, casi por ninguna circunstancia, su esencia futbolística, estaremos viendo en Atlanta, el próximo miércoles, a un equipo que peleará con apetito feroz, el control de la pelota y la iniciativa ofensiva; eso evidentemente conlleva riesgos frente a un rival que maneja de maravilla sus aptitudes a campo abierto.
De hecho los coreanos hicieron ver lentos a algunos jugadores mexicanos en sus rompimientos vertiginosos, pero rústicos en calidad para terminar las jugadas. Este ya es un partido de preámbulo mundialista y debemos pedir que el equipo se porte serio, disciplinado, ambicioso y en control de lo táctico y físico.
Que entiendan que no se trata de agradar a nadie, el propósito es afianzar estos primeros trazos que pretende imprimir tácticamente Miguel Herrera a un grupo de jugadores que tendrán que aprender más rápido de lo normal a comportarse como un bloque para todas las tareas que demanda el juego.
Este no es molero, es un banquete que se debe paladear por el gusto mismo y privilegio de ser mundialistas; con seriedad y calma, con atrevimiento y disciplina. Con aroma de Mundial, pues.
@Javier_Alarcon_ jalarcon@reforma.com |