El verdadero héroe Joe Gaetjens se aventó de frente cuan largo era, para apenas rozar el balón con la cabeza.
No fue un remate seco. El tiro libre que había cobrado Walter Bahr desde una esquina afuera del área ni siquiera iba a la portería, pero "Tijoe" apareció de la nada para lanzarse como kamikaze, desviar el disparo con la oreja y sacudir la portería rival.
Los más de 10 mil aficionados brasileños enloquecieron en las tribunas del Estadio Independencia de Belo Horizonte, aquel 29 de junio de 1950.
Lo increíble ocurría: Estados Unidos le estaba ganando a Inglaterra en un Mundial de Futbol.
"Somos ovejas listas para ser sacrificadas", había declarado el entrenador estadounidense Bill Jeffrey en la víspera.
Y no era para menos: Inglaterra, que se había negado a participar en los mundiales anteriores por diferencias con FIFA, debutaba en una Copa del Mundo como amplio favorito.
Los inventores del futbol pagaban 3 a 1 en las apuestas, como amplio favorito a ganar el Mundial de 1950; EU, con su equipo formado al vapor y por futbolistas semiprofesionales de seis nacionalidades distintas, estaba 500 a 1.
Aquellos primeros 20 minutos, los británicos habían sido un vendaval sobre la portería rival. Se sentían tan seguros del triunfo que le habían dado descanso a su estrella Stanley Matthews.
Pero ese inesperado gol de Gaetjens los hizo entrar en pánico. No existen ni fotos ni videos de aquella anotación, sólo testimonios.
De origen haitiano, semanas antes a "Tijoe" literalmente lo habían sacado de lavar platos del Rudy's Café de Nueva York para ofrecerle jugar el Mundial. Como ni siquiera tenía la nacionalidad, lo único que le pidieron fue una promesa de que regresando de Brasil haría los trámites.
La poderosa Inglaterra se volcó al frente, pero el portero Frank Borghi, cuya profesión era chofer de una funeraria, detuvo todo una y otra vez.
Al sonar el silbatazo final, las tribunas se vaciaron y los aficionados brasileños se bajaron a la cancha a cargar a los estadounidenses: por marcador de 1-0, se acababa de consumar una de las más grandes sorpresas en la historia de los Mundiales.
En la isla ni siquiera lo creyeron; hubo varios periódicos británicos que publicaron que habían ganado 1-0 e incluso uno puso "Estados Unidos 10 - 1 Inglaterra" creyendo que se había tratado de un error del teletexto de la agencia informativa.
"Fue uno de esos partidos en los que el mejor equipo no gana. Estoy orgulloso de ello. Teníamos un equipo decente. Pero si enfrentábamos a Inglaterra 10 veces, ellos hubieran ganado en 9", dijo Bahr al diario The Guardian, en el 2010.
LA PELÍCULA En 1996 se escribió un libro sobre esta hazaña y en el 2005 se convirtió en la película "The Game of Their Lives", protagonizada por un juvenil Gerard Butler en el papel del portero Borghi.
El filme, que pintaba para mucho, fue un completo fracaso. Ya saben, el director David Anspaugh no soportó la tentación de incluir una dosis de patriotismo bélico estadounidense.
Pero al que no le hace nada de justicia es al personaje de Gaetjens, al que pintan como un locuaz, pobre y excéntrico jugador de color que usaba el vudú para todo.
El verdadero Joe era moreno, pero no era negro. Su bisabuelo era un alemán y en realidad provenía de una familia acomodada. Estaba en NY porque estudiaba en la Universidad de Columbia con una beca y su trabajo era para ganar un dinero extra.
Pero lo que más enfureció a la familia Gaetjens es que lo pintaran como un supersticioso.
"¡Eso es absolutamente falso! Nuestra familia es católica y nunca nadie practicó vudú", dijo su hermana Mireille a ESPN.
EL REGRESO EU le ganó a Inglaterra, y perdió 3-1 ante España y 5-2 ante Chile; el comité organizador los regresó antes de lo planeado para ahorrar gastos.
El histórico triunfo pasó desapercibido en la Unión Americana; de hecho, sólo acudió a recibirlos la esposa de uno de los jugadores.
Gaetjens llamó la atención y logró firmar con el Racing Club de París, pero sólo jugó cuatro partidos en los que metió dos goles. Era propenso a las lesiones y sus rodillas no lo dejaban estar en paz. Así que luego de una temporada pasó al Troyes AC, en una división inferior y en la temporada 52-53 jugaría con el aún más modesto Alés. Así terminaría su pase por el futbol europeo.
EL SELECCIONADO Gaetjens volvió a Puerto Príncipe y fue la sensación desde su regreso. Como nunca realizó los trámites para naturalizarse estadounidense pudo jugar por la Selección de Haití y se volvió un ídolo. Fue vocero de una marca de pasta de dientes y otra de jabones.
El 27 de diciembre de 1953 jugó con Haití en contra de México pero un sangrado nasal, que padecía frecuentemente cuando realizaba un gran esfuerzo, no lo dejó estar bien. Éste sería su último partido como profesional. Apenas tenía 29 años.
EL DESENLACE A "Tijoe" no le importaba la política, pero a su familia sí. De hecho, habían estado muy activos apoyando como candidato a su pariente Louis Dejoie, quién perdería las elecciones de 1957 con François "Papa Doc" Duvalier.
Identificados como opositores al régimen del sanguinario dictador, dos hermanos de Joe trataban desde República Dominicana dar un golpe de estado.
El 7 de julio de 1964, "Papá Doc" se proclamó presidente de por vida y lanzó una cacería contra sus enemigos. Joe se apegó a aquella frase de "el que nada debe, nada teme" y a diferencia de sus hermanos no huyó de Haití.
Al día siguiente, el héroe de EU en Brasil 1950 era detenido por un policía amigo de la familia -que el día anterior les había advertido que tenían que huir y llevado a la prisión de Fort Dimanche.
Durante muchos años la madre de Joe, Toto, y su hermana Mireille trataron por diferentes vías de que lo liberaran, incluso, en 1965 llegaron a pedirle personalmente a Duvalier que lo liberara. "Papa Doc" prometió que lo liberaría, pero nunca lo volvieron a ver.
Un reportaje de la televisión haitiana reveló que el ídolo fue fusilado en Fort Dimanche la medianoche del 10 de julio de 1964, tres días después de su detención, sin haber sido juzgado.
Esta es la historia de Joseph Edouard Gaetjens... el hombre que le dio a EU su más grande resultado en los Mundiales.
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