Si entendemos que hay un futbol superior en Europa, podremos darle su justa dimensión a la decisión de Miguel Herrera para traer a la Fecha FIFA a todos los que le expresaron su deseo. Entrenar, vivir y ser futbolista por allá, implica otros niveles de exigencia en términos generales para la profesión.
No se trata de despreciar a los que brillan acá contra suplentes de allá. No son unos en lugar de otros. Ser suplente en el Manchester United puede ponerte en un nivel superior que ser titular, por ejemplo, en Cruz Azul. No se trata de demeritar, es un hecho comprobable por probabilidad y estadística, y apreciación económica.
Hace bien Herrera en cumplir con el requisito de la Fecha FIFA, pero mejor hará en tomarlos a todos en cuenta.
No es malinchismo, son datos duros que permiten definir una realidad en perspectiva para Brasil. El martes, describía aquí mismo, lo que debería exigírsele al futbolista mexicano como mínimo: inteligencia emocional y entrega.
¿Qué debemos esperar de Herrera como DT? Fácil: no inventar ni tomar decisiones con base en corazonadas. No estamos para eso. Hay datos duros que deberían contrarrestar su lógica naturaleza por aportar alguna novedad producto de su inspiración.
Los jugadores sometidos a mayores exigencias físicas y más inteligentes tácticamente, los más consistentes, los más experimentados y más ágiles para correr riesgos sabiendo las consecuencias de sus decisiones en la cancha, deberían ser los primeros en la lista. Y si les faltan piernas, que les sobren ideas y sabiduría. Si les falta oficio, entonces que les sobre picardía. Y como el futbol es una cosa azarosa, se espera la mejor versión de Herrera para hacer que los elegidos jueguen bajo la mejor pauta colectiva que decida.
No le sirve a México ningún jugador que no esté listo para compartir el balón, para sacrificarse en el esfuerzo por el error del compañero, para mantenerse estable si el de junto ha perdido el juicio.
Por supuesto que se requieren a los mejores en condiciones técnicas y habilidades, pero casi tan importante como eso, se requieren guerreros disciplinados, solidarios e inteligentes emocionalmente para que México pueda hacer un Mundial con toda la dignidad de sus capacidades. No solo será futbol. Será un asunto de solidaridad, uniformidad y cohesión en los principios tácticos que ordene el DT.
Hemos visto -sin dejar de entenderlos- a otros entrenadores, en apariencia más dueños de la situación de presión, tomar decisiones muy locas ante la presión. La moral desmedida, y bien apreciada de Miguel, se necesitará atemperada en Brasil para ponerle ese toque de sintonía fina que demandan las grandes decisiones tácticas que ocupa un equipo mediando como el nuestro para potencializar sus aspiraciones.
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