Alguna vez, cuando lo acompañaba a los partidos del Toluca de los que transmitía un tiempo en radio y otro en televisión, me preguntó alejándose del micrófono algún dato que yo ignoraba. El regaño fue terrible. Entendí que no iba como turista al palco sino para auxiliarle.
Cuando en el programa de radio alguien se equivocaba en un dato, como por ejemplo algún número en la tabla de posiciones, podía arder Troya con todo y comentaristas.
Esto ocurría cuando quien escribe tenía 14 años de edad. Y Jesús Domínguez García, una voz familiar en la radio y la televisión, podía convertirse en energúmeno ante cualquier descuido.
Nos enseñó que antes de abrir la boca hay qua estar preparado: "cuando vas a una transmisión haz de cuenta que vas a la guerra. No te puede faltar un dato, tu cronómetro, tu pluma, tu preparación".
También dijo siempre que sonriéramos al hablar aunque fuera en radio "porque la sonrisa se nota aunque no la vea quien te escucha".
En los tiempos actuales cambió el significado de la permanencia. Ha dejado de ser una virtud para convertirse en condena. Acumular años -en cualquier actividad y ahora también entre los comentaristas de futbol- parece pecado. Como si la experiencia no importara. Como si lo aprendido en el camino fuera hoy desechable en aras de algo más fresco, aunque no esté lo suficientemente preparado.
Por esa cabina empezamos muchos. Gerardo Peña y Fernando Schwartz fueron mis primeros compañeros de aventura ahí. La lista es de más de 25 entre los actuales y los que ahí forjamos algún día el sueño de hacernos comentaristas.
"Comentando el futbol" debe ser el programa de mayor vida a nivel mundial: 45 años con Jesús Domínguez. 60, contando los primeros 15 con el legendario Cristino Lorenzo. No ha dejado de salir al aire ni un domingo.
Corresponsales han ido y venido. Algunos han fallecido. Durante mucho tiempo fue la única manera de enterarse recién terminados los partidos de lo que había sucedido. Las velocidades eran otras y Jesús Domínguez fue un pionero.
La actualidad, comentaba con un intelectual futbolero de la nueva era, Enrique Ballesteros, sufre más distancia en la brecha generacional.
Hay menos formadores, menos atención a los que saben; el respeto a los que más tienen cosas que contar, que instruir, se ha convertido en indiferencia en el mejor de los casos.
Gracias por el rigor con el que nos formaron ahí. Por el aniversario 45, los 80 de edad del padre radiofónico que tuvimos muchos y las ganas de seguir haciéndolo.
Al despedirnos, Jesús Domínguez me deseó que Dios me bendijera. Le contesté que lo hizo hace mucho poniéndolo en mi camino.
Lo pienso así todos los días.
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