Pep, el aprendiz culichi
Esta semana el diario alemán Bild presentó una verdadera joya sobre Pep Guardiola.
No es por la comparación que le hicieron con Albert Einstein, sino por el análisis a su método: el uso de jugadores de baja estatura, usualmente menospreciados en Europa, la abrumadora posesión del balón, los prolíficos esfuerzos de sus jugadores y los incesantes tiros a gol.
El promedio de estatura del Bayern Munich de Pep es 1.79 metros y Franck Ribery, con 8.1 kilómetros, es el jugador que más corre en la Bundesliga; un poquito más que el "Bofo" en Sudáfrica.
La genialidad de Guardiola es haber logrado crear un estilo de juego y callar a sus críticos que decían que en Barcelona ganaba todo por la cuota de talento.
Sí, es el mismo Pep que jugó en los Dorados de Sinaloa... ¿O qué? ¿A poco ya se les había olvidado?
ROBANDO IDEAS
Aunque la prensa española ha querido tejer una muy atractiva pero falsa historia de narcos, la realidad es que Guardiola vino a Sinaloa por su amistad y admiración al entonces DT Juan Manuel Lillo.
Por eso despreció ofertas del Manchester City y el Wigan, para el 20 de diciembre de 2005 arreglarse con los Dorados; dinero no le hacía falta, pues venía forrado de petrodólares del futbol de Qatar.
Juanma Lillo para algunos es un revolucionario, para otros, un charlatán, pero Pep sabía que su retiro estaba cerca y quería aprender de él, y a eso vino a México: a aprender ese primer torneo del 2006.
"En el futbol no hay libro que te pueda enseñar. Las ideas son del mundo, yo he robado lo máximo posible. Lo he hecho en España, en Italia, en México, en Qatar. Y si quieren robar de mí, roben", dijo Guardiola recientemente en una conferencia en Argentina.
LA LLEGADA
Pep vino ya de 35 años y muy disminuido físicamente: apenas jugó 793 minutos y metió un gol en 10 partidos, pero dejó huella en todos.
El "Güero" Real, quien era director de Fuerzas Básicas del equipo de Sinaloa, recuerda cómo Pep se cuidaba al máximo, pero el físico no le respondía; pese a eso, cada partido era el más apuntado para jugar.
Llegó a Culiacán con seis meses de inactividad, incluso ya estudiaba el curso de entrenador en España y por eso fue visto con recelo, pero en la primera práctica se dieron cuenta de quién se trataba: empezaron con trabajos en espacio reducido y les puso un baile. Se ganó el respeto.
"Pep siempre estaba preocupado por planear algo del partido, imaginando jugadas que podrían llegar a pasar", narra Bernardo Sáinz, uno de los mejores amigos que Pep tuvo en ese equipo.
Otro fue Sebastián Abreu, pero la cosa no empezó bien. El uruguayo le hacía bullying.
A diario, el "Loco" le decía que España nunca había ganado un Mundial y que La Roja no existía en el mundo futbolístico.
Al mes le llenó la canasta, y se la reviró: "'Loco', España no ha ganado el Mundial, pero yo gané los Olímpicos, tres Copas del Rey, tres Ligas de España, una Copa de Europa"... y le cantó todo su currículum.
Así nació una gran amistad. Guardiola era tan capaz que le preguntaba a Abreu cómo quería los pases, pues tenía diferentes técnicas para centrar.
"La verdad, no parecía que la fuera a poner donde había dicho, pero entonces nada más veías cómo el balón llegaba justo a donde él lo había planeado", expresa Sáinz.
Cuando no jugaba, Pep era más intenso en la banca que el mismo Lillo. Pese a ser jugador, trataba de ordenar y todos lo obedecían.
"Con él las cosas son más fáciles, sin duda es un gran aporte. Te ubica, es un líder nato", dijo en aquel entonces el zaguero Héctor López.
LA FONDITA
Pep llegó sin su familia a Culiacán, y por eso fuera de la cancha convivía más con los jóvenes y los solteros.
Su lugar favorito era una modesta fonda del centro llamada "La Cocinita del Medio", donde comía a diario. Probaba de todo, pero siempre acompañado de vino tinto. Ahí, departía con compañeros, directivos, cuerpo técnico y empleados del club.
Al torneo siguiente de que Guardiola se regresó a España, varios jugadores siguieron yendo a la fondita pues estaban seguros que el dueño era tan aficionado a los Dorados que no les cobraba, sin embargo, cuando les llevaron la cuenta se enteraron que Pep pagaba semanalmente los consumos para que nadie se enterara ni se incomodara.
En más de una ocasión ayudó a los empleados del club, como cuando se enteró que uno de los utileros, apodado "Gonzito", dormía en el vestidor, así que a él y a varios les pasaba dinero en en sobres.
Pero en particular desarrolló una gran relación con Eliseo Martínez "Chevo", quien terminaría convirtiéndose en su amigo y chofer.
"El Pep siempre me decía: '¡Qué onda pinche, qué tienes, Chevo, yo quiero hablar como tú', y yo le respondía: '¡Órale, pero hablar cómo güey'!", le contó Martínez a la revista Esquire en su versión española.
Por increíble que parezca, Martínez sigue teniendo relación con Pep y, en más de una ocasión, cuando anda de fiesta, le presume a sus compañeros de parranda que Guardiola es su amigo y le marca por teléfono. Por el cambio de horario, Guardiola usualmente le contesta y "echan chisme".
EL APRENDIZAJE
Guardiola vivió en una junior suite del Hotel Lucerna los cuatro meses que estuvo en Culiacán, pero por las tardes se la pasaba en la casa de Lillo, viendo videos y planeando estrategias.
Ahí se enamoró del lavolpismo y la ductibilidad de su famoso "sistema madre", en la época en la que Ricardo Antonio La Volpe era DT del Tri y pasaba "caminando" las eliminatorias.
Y también se sorprendió de jugadores como Ricardo Osorio, quien dio un juegazo cuando Dorados enfrentó al Cruz Azul.
"Coincidimos (con Lillo) en que tenía nivel para jugar en la Liga española. Por ser menudo, sin mucha presencia, y por nuestros malditos prejuicios, que siempre están y nunca desaparecen -ya se sabe que los centrales tienen que ser altos y fuertes-, nos citamos a futuras presencias", escribió Pep en el periódico El País, en el 2006. "(En el Mundial) nos dimos cuenta de que nos equivocamos. Osorio no sólo puede jugar en España. Puede jugar en el Madrid y en el Barsa".
El adiós de Pep de México fue agrio, pues no entendía el porcentaje y por qué Dorados descendía si apenas había perdido tres juegos. Sin tapujos, llamó al sistema del futbol nacional "una farsa y una mentira".
"En ninguna liga del mundo perdiendo tres partidos puedes descender", declaró entonces, "hay muchos equipos que en el campeonato no juegan para nada. Saben que perdiendo todos los partidos no van a bajar y entonces compiten sin ganas".
En una entrevista reciente con ESPN, Guardiola declaró que algún día quisiera dirigir en México.
"Siempre y cuando las dos televisoras estén de acuerdo", dijo, "espero portarme bien para que me lo permitan".
Sí, Pep aprendió en México.
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