En el registro del día a día hay pocos futbolistas en el mundo que se nieguen a vestir la camiseta nacional sin causa justificada.
Pelé niño, Pelé adulto, Pelé en el ocaso, nunca se negó. Maradona, antes o después de sus adicciones, tampoco. Hoy Messi, aún aquejado por las lesiones, mantiene viva la ilusión de participar en su tercer mundial. Cristiano Ronaldo luchó hasta en la Repesca para llevar a Portugal a Brasil 2014.
Cracks de otras épocas se pusieron las camisetas nacionales no de uno, sino de varios países, como Ladislao Kubala, Alfredo Di Stéfano o Ferenc Puskas.
La historia no recuerda muchos casos de jugadores que se niegan sistemáticamente a representar a su Selección, sin dar una negativa tajante.
En los últimos tres años, Carlos Vela ha rechazado integrarse a la Selección para la Copa América 2011, Copa de Oro del mismo año, Juegos Olímpicos 2012 y para toda la Eliminatoria del hexagonal en 2013.
Vela no ha sido castigado (como lo exigiría el reglamento de selecciones nacionales) por la simple razón de que Héctor González Iñárritu no ha protocolizado los llamados mediante una convocatoria oficial. Mientras sean "invitaciones", el castigo no procede. Tendría que ser convocado, luego negarse, rechazar el llamado, para que proceda.
Y no lo han hecho porque mantienen la esperanza de que finalmente acepte porque es un jugador con condiciones para ayudar al equipo mexicano. Es hoy en día el mejor futbolista nacional, dentro o fuera del País. Otro factor que también se considera para no proscribirlo de por vida de la Selección es, además de su calidad, su edad. Carlos Vela nació el 1 de marzo de 1989. Cuenta ahora con 24 años 10 meses, ya jugó el Mundial de Sudáfrica 2010 y ha acumulado experiencias en sus poco más de 8 años en Europa.
Está en el mejor momento de su carrera, al grado que su ascenso en el mercado de valores es espectacular: cuando se fue al Arsenal en 2005 valía un millón de euros. Hoy su pase está tasado en 20 millones.
¿Se puede discutir que es un gran futbolista? No. Pero mientras no explique él o la Comisión de Selecciones con absoluta precisión el motivo real de su negativa, todo queda reducido a un capricho de un futbolista que solamente tiene talento del cuello hacia los pies.
El Caso Vela tiene muchas interrogantes. Pero la verdad algún día florecerá. Su simple inmadurez no es causa justificada. Don Jacinto Benavente escribió que "la peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande".
Alguien atribuye también a Miguel de Cervantes la frase que se acomoda al desgastado caso Vela: "Donde hay misterio, hay pecado".
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