Aristóteles decía que "nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta".
Y se necesita mucho carácter y buena conducta para soportar una injusticia. Le bastó una desafortunada lesión para que el entrenador tuviera el pretexto ideal para nunca más ponerlo en el equipo titular.
Iker Casillas, con el estoicismo de Cuauhtémoc cuando le quemaban los pies, se engulló completa la comida de una injusticia.
José Mourinho decidió cobrarle la afrenta cometida por su entonces novia Sara Carbonero, quien habló de problemas en el vestidor del Real Madrid. Un asunto ajeno al rendimiento y al manejo de grupo, se convirtió en una rencilla personal que permitió a Mourinho mandar al banco nada más y nada menos que al que es considerado desde hace más de un lustro como el mejor portero del mundo.
Ya Casillas había ganado dos Euros y una Copa del Mundo con la Selección española y varios títulos con el Real Madrid. Su palmarés estaba repleto de Copas levantadas. Era además un símbolo de la elegancia, clase y distinción de los históricos del madridismo. Tiene un lugar ganado en la de por sí brillante historia de los Merengues.
Nada le valió porque el rencor del hombre lo lleva a cometer mil y una barbaridades. En el trabajo Mourinho es un entrenador que busca la perfección. Y también su historia personal está llena de episodios exitosos. Pero en algunas situaciones aplica la frase de Pearl S. Buck: "El afán de perfección hace a algunas personas insoportables".
Le cobró tan cara la factura a Iker, que al final le cumplió la advertencia y nunca más lo puso de titular en la Liga. Pero también Mourinho paga el precio del capricho. Hoy no es más el técnico del Madrid, pero Iker sigue padeciendo las consecuencias de aquella venganza personal. El titular en la Liga sigue siendo Diego López, Iker sólo juega Copa del Rey y Champions, que no son poca cosa, pero él estaba acostumbrado a ser titular en todo.
Esta semana demostró, otra vez, en un partido de Copa del Rey frente al Espanyol de Barcelona que a pesar de Mourinho y de Carlo Ancelotti, sigue siendo el mejor arquero del mundo. Tanto así, que Vicente del Bosque lo tiene considerado para abrir la Copa del Mundo de Brasil.
Tragarse una injusticia como la que están cometiendo con este ícono del Madrid, no es cosa fácil. Y debe tener la paciencia del Santo Job para esperar que algún día le regresen el puesto titular en la Liga o que tenga que buscar acomodo en otro equipo, dejando atrás una historia llena de luces, en las que, sin embargo, se le aparecieron dos hoyos negros en los últimos 12 meses. Dentro de esa constelación de la insensatez, uno de esos hoyos se le conoce en el mundo como "Mou" y el otro como Carlo.
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