En un restaurante del sur de la ciudad de México, hace 33 años, tras una huelga, el entonces presidente de la Comisión de Arbitraje, Alfonso González Archundia, rechazó un plan federativo para volver a pitar. Las condiciones no garantizaban su seguridad. El dirigente de los nazarenos mostró su puño y liderazgo al afirmar: "Cuando un árbitro dice que es penal... Es penal".
Las negociaciones finalmente permitieron reanudar el torneo tras algunas promesas. Pero al poco tiempo, tras un video escándalo, González Archundia quedó fuera de la Comisión.
Otra muestra de autoridad del gremio ocurrió con Edgardo Codesal a principios de los 2000. Los cuestionamientos eran feroces contra los silbantes. Acompañado de todos sus árbitros, Codesal fue claro en su advertencia: "O cesan las críticas, o nos vamos a un paro indefinido". Hubo una negociación, pero al poco tiempo Codesal fue destituido.
Desde la llegada de Justino Compeán a la presidencia de la FMF, pero principalmente de Decio de María a la Secretaría General y de Enrique Bonilla a la Dirección Deportiva, la Comisión de Arbitraje perdió autoridad, independencia y autonomía.
Decio y sus consejeros impusieron el ordenador. Y Decio lo quitó. Con el control de la Liga MX, el poder de Decio y de Bonilla se volvió absoluto. Controlan Comisión y designaciones. Sus comisarios son sus ojos en los estadios. Utilizan el teléfono rojo para que la redacción de la cédula les permita un margen de maniobra ante los dueños. Gracias a eso, Rubens Sambueza golpeó al árbitro Rafael Medina de un cabezazo y al final lo castigaron con seis juegos; el silbante fue despedido. Tampoco hubo castigo de un año para Francisco Javier "Maza" Rodríguez, quien le aventó un balonazo a Roberto García Orozco tras ser expulsado en la Final; fue suspendido dos juegos porque los árbitros no pueden poner en su cédula los términos "me agredió físicamente" o "lo hizo con intención de lastimarme".
El papel de Rafael Mancilla como titular de la Comisión de Arbitraje se remite a ser un informante de Decio y Bonilla, además de que carece de antecedentes arbitrales. En su vida, Mancilla no ha dirigido ni el tráfico.
Hoy los árbitros lucen semana a semana su falta de personalidad, de autonomía y de libertad al aplicar las reglas de juego. Son corderos obedientes que acatan las disposiciones de sus superiores para seguir en la nómina de cada semana.
Séneca decía que errar es de humanos ("errare humanum est") y eso lo demuestran los árbitros semana a semana. Pero el filósofo romano complementaba su teoría, que le acomoda a quienes tienen metidas sus manos en el arbitraje: "Pero perseverar (en el error) es diabólico".
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