La ecuación es muy simple: a mayor número de extranjeros y naturalizados, menor oportunidad para jóvenes mexicanos. Eso no tiene vuelta de hoja y ni siquiera debería ser motivo de discusión.
23 jugadores naturalizados en el Clausura 2014, la mayoría de ellos han sido contratados por no ocupar una plaza de extranjero, 16 mayores de 30 años y algunos incluso seleccionados en sus países de origen.
La noticia sobre la modificación respecto a los naturalizados fue demasiado relevante para ser informada con tanta ligereza y, por supuesto, las reacciones de todo tipo, con intereses personales y hasta contradicciones, no se hicieron esperar.
El fenómeno que ocurre dentro del futbol mexicano con los naturalizados es atípico y desafortunadamente progresivo. Lo que sucedió recientemente, con la apertura total a jugadores naturalizados, ya sin los pocos filtros anteriores, ha sido como conocer la proximidad del potente huracán y, en lugar de sellar las ventanas y comprar provisiones, abrirlas de par en par y planear la visita al supermercado para el día siguiente.
Quizá lo más grave de esta aprobación para legitimar a quienes se aprovechan de las leyes y así seguir cobrando en un país que les abrió las puertas laborales, es que se da cuando aun las heridas por el sufrimiento del Hexagonal siguen abiertas, cuando la Selección Mexicana estuvo fuera hasta del Repechaje por varios minutos, en lo que habría sido el peor fracaso del futbol mexicano. No hay manera, no existe la posibilidad que esta modificación tan cuestionada se diera con México fuera de la Copa del Mundo. Es lo grave, pero también lo triste: más allá de no aprender, tomar ventaja con todo descaro.
Aquella ocasión que México fue suspendido, previo a Italia 90, hubo cambios radicales en la estructura del futbol mexicano, una limpia notable que trajo como resultado la asistencia a cada una de las Copas del Mundo posteriores y en cada una superando la Primera Ronda. Esto, sin contar los extraordinarios e inéditos éxitos con Selecciones menores, que supuestamente son el orgullo de la Femexfut y que inexplicablemente hoy afectan.
Actualmente Pumas, equipo productor de jugadores por tradición, cuenta en su plantel con ocho jugadores no nacidos en México (al igual que Monterrey). Sin embargo, su técnico también se queja de la medida en favor de los extranjeros y naturalizados que tapan el desarrollo de los jóvenes. Pumas ha recontratado a Leandro Augusto, naturalizado de 36 años. Atlas, otro de los grandes en producción de fuerzas básicas, cuenta con siete (mismo caso de América, Atlante, Tigres y Toluca). Para ninguno de ellos dos, la extranjerización ha sido solución para obtener buenos resultados.
Yo crecí viendo futbol mexicano con tres extranjeros por equipo, en aquellos años no llegaba a México cualquiera, ni los equipos les daban de alta y baja indiscriminadamente. Analice usted para tener un parámetro: Cabinho, máximo goleador de la Primera División de México y con 8 títulos de goleo, nunca jugó como mexicano, pese al clamor popular que lo deseaba para formar parte de la Selección, pero tampoco fue convocado a la Selección brasileña.
La ecuación es muy simple: a falta de resultados inmediatos, jugadores malos por conocidos y no buenos por conocer.
@Felixatlante12
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