El Atlético de Madrid tiene hoy la posibilidad de consagrarse "campeón de invierno" de la Liga española si vence al Barcelona.
Diego Simeone tomó al equipo de Joaquín Sabina y de Torrente a cuatro puntos del descenso en diciembre de 2012 y lo llevó a dos títulos europeos, una Copa del Rey, a un récord de partidos consecutivos invictos y a una seguidilla interminable de victorias en competiciones continentales.
El ex jugador de la Lazio, del Inter y del Atlético Madrid ha sido reconocido como el mejor preparador del 2013 en el torneo español y ha metido a su equipo a competir en serio contra el eterno binomio Barcelona-Real Madrid.
La fórmula del éxito del entrenador argentino tiene varios ingredientes. En el campo de juego ha puesto a un equipo dispuesto a ceder la pelota, a asfixiar al rival con el sacrificio de los más creativos y a jugar de contragolpe, apoyado en la certeza de sus delanteros. Simeone ha marcado el estilo: "El futbol es un todo: la mente, el corazón, el talento. Cuando uno reúne esas características en los jugadores el equipo es más indestructible".
Ha hecho de Diego Costa una de las figuras y lo ha convertido en el delantero deseado por Brasil y España, al tiempo que ha recuperado a marginados por otros entrenadores y a valores juveniles.
Muchos hablan de la motivación que inyecta a sus jugadores, pero también su modelo se asienta en otras dos columnas.
Su compatriota Germán Burgos, segundo entrenador, fue portero del Atlético en los 90. Estando allí le detectaron un tumor maligno en un riñón. Cuando se lo anunciaron le pidió al doctor que lo operara el lunes porque el domingo tenía que jugar. Toda la vida le dijeron "El Mono". Como cuidavallas era tan valiente como errático. Ahora es el que planifica los partidos y las jugadas a balón parado. En el clásico con el Real Madrid, que ganaran los Colchoneros por primera vez en 14 años, Burgos tuvo un entredicho con José Mouriño, que se quejaba de su presencia en el área técnica. "¡Yo no soy Tito, yo te arranco la cabeza!", le gritó.
El otro pilar del éxito es el profesor Óscar Ortega, un preparador uruguayo que en su momento pasó por México, que conoció a Simeone en 2004 cuando éste recaló por segunda vez en los Colchoneros.
"De futbolista era más duro que de entrenador, era tremendo con sus compañeros, era muy exigente. Ahora es también muy exigente, pero más contemplativo, más flexible y pedagógico y más compañero", comenta Ortega de su jefe.
Hoy puede ser otro día importante en el romance de Simeone con la historia del Atlético de Madrid, si rompe la racha de no victorias contra los culés.
De todas formas, en el pensamiento del argentino hay una máxima que lo describe: "El triunfo a veces te coloca más cerca de poder equivocarte".
@MUNDODEPELOTA
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