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La pelota mágica
Homero Fernández | 04-01-2014
en CANCHA
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Cada Día de Reyes miles de balones ruedan por las calles, los parques y las canchas de tierra de los países latinos. Detrás de ellas corren los niños y en los ojos de sus padres la ilusión de ver al pequeño transformado en un consagrado jugador de futbol (y a la familia con el futuro asegurado). Esta estampa, con Reyes o sin ellos, también puede ser común en los pueblos africanos donde la pasión por el balompié se asocia con el pasaporte para salir de la pobreza.

Cada día las noticias dan cuenta del interés de clubes poderosos en niños prodigios. Un ejemplo: Carlos Gabriel Ñancufil, argentino de 8 años, que pasará una semana en La Masía del Barsa y otra en la cantera del Real Madrid.

A partir de la historia de Lionel Messi todos se dedican a encontrar esa veta de oro. Las llamativas promociones por parte de familiares y representantes inundan Youtube con pequeños haciendo malabarismos con la pelota.

Dicen los entendidos que a los 14 años cualquier niño con ciertas condiciones ya tiene su representante. Pero, la edad de compra del talentoso ha bajado a los 10 años. Según el investigador chileno Juan Pablo Meneses, "los clubes grandes están más dispuestos a comprar niños porque no deben pagar derechos de formación a sus clubes de procedencia".

Pero también hay historias menos exitosas. Miles se quedan en el anonimato y encubren una tragedia social. Distintos reportes han documentado que contratistas ilegales llenan los países, especialmente europeos, de cientos de niños que llegan a buscar una oportunidad a los clubes y terminan mendigando en las calles.

La ONG Save the Children recoge en un documento la historia del joven Stéphane. "En abril de 2007 marcó 12 goles en un torneo de futbol celebrado en su país, Camerún, cuando un hombre se le acercó para ofrecerle llevarle a Europa y convertirlo en jugador profesional. Después de entrenar una semana con un equipo italiano lo enviaron solo en un avión a París. Tenía dos noches de hotel pagadas pero el agente dejó de contestar al teléfono. Su visa caducó y tuvo que trabajar como ilegal. Cuando llamaba a su madre mentía diciendo que el entrenamiento le iba muy bien. No podía regresar, por lo menos, hasta que recuperara todo el dinero que sus padres y sus hermanos invirtieron en él".

Pese a que se establecieron algunas reglas que impiden la contratación de jóvenes menores de 18 años, los clubes se las ingenian para saltar esos "obstáculos" y dicen que se trata de "pasantías" o "intercambios entre academias".

Hoy, unos 20 mil niños extranjeros corren en las canchas europeas tras una pelota con la ilusión de hacer el gol que los salve, pero las crudas estadísticas dejan en claro que lo más probable es que la vida les sancione "fuera de lugar".

 
@MUNDODEPELOTA
homero.fernandez@cancha.com
 
 
 
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