Cada quien tiene su propia visión con respecto al papel que la Selección Mexicana puede realizar en la Copa del Mundo de Brasil 2014.
Entendiendo a la perfección la diferencia entre lo posible y lo probable, y sin la menor intención de envolverme en la bandera, yo visualizo a un equipo tricolor con los argumentos necesarios como para aspirar a los más altos objetivos.
Como en cualquier competencia deportiva la más elevada meta es el título de campeón, a ese título deberá apuntarle la renovada escuadra de Miguel Herrera.
Es cierto que primero deberá avanzar en su grupo, en el que seguramente iniciará con una victoria sobre el representativo de Camerún, para después rescatar un empate ante los brasileños y obtener a costillas de su similar de Croacia el pase a los Octavos de Final.
En esa siguiente fase vencer a los holandeses, a los chilenos o a los españoles, permitiría confirmar los alcances del conjunto mexicano, que a partir de ahí se convertiría en un temible adversario para cualquiera.
Así, el máximo exponente de nuestro futbol podría demostrar que la actuación en el concakafkiano hexagonal eliminatorio fue un simple bache en el camino del balompié mexicano, un camino francamente ascendente desde hace varios años.
Sin confundir Patria con Selección, pero con toda la emoción que siento en este 28 de diciembre, creo que ya es tiempo de sacudirse los complejos y de reconocer que estos revitalizados tricolores están destinados a las gestas heroicas y a las inusitadas hazañas.
Por eso escribo hoy lo que no escribiría mañana.
Y ustedes, queridos lectores y lectoras, ¿Cómo ven, en este Día de los Inocentes, el panorama del "equipo de todos" de cara a la Copa del Mundo de 2014?
¿Así de optimistas?
gomezjunco@elnorte.com
@rgomezjunco
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