El tema de los extranjeros y naturalizados empieza a tomar fuerza, a preocupar a algunos y a ocupar a otros, pues puede poner en jaque el futuro de los jóvenes talentos mexicanos.
Una enorme piedra se está cruzando en el camino de todos aquellos pequeños que sueñan con debutar y destacar en Primera División en México.
Como si no bastara con los directivos malandrines que viven de las tajadas que deja la compra-venta de jugadores foráneos, el sistema de competencia de nuestra Liga trae a los estrategas con la soga en el cuello desde la jornada 1, y eso provoca que los técnicos no quieran arriesgar su trabajo con jóvenes sin experiencia.
La ola de foráneos y naturalizados parece haber llegado para dominar nuestro futbol.
Para el próximo torneo Clausura 2014, que arranca el 3 de enero, habrán equipos que podrán tener en la cancha hasta ocho jugadores no nacidos en México: el Monterrey podría ser uno de ellos.
Si bien podemos pensar que el nivel de la Liga debería verse incrementado como en otras Ligas del mundo, me pregunto: ¿qué pasará con nuestra Selección en unos 15 años?
Me imagino que esta misma duda tuvieron los europeos con el pasaporte comunitario y, sin embargo, selecciones, como la alemana e italiana, no perdieron su fuerza, y la española hasta se convirtió en la mejor del mundo aun y cuando en su Liga hubo equipos que no contaban con españoles en el 11 titular.
Muchos atribuyen el crecimiento futbolístico de los españoles a la competencia que se generó con el aumento en el número de los extranjeros y comunitarios, y creo que sí.
Este hecho fue de mucha ayuda, pero también siento que, de igual forma, esta generación campeona del mundo también hubiera tenido éxito sin este fogueo comunitario.
Si por un lado ver en qué se ha convertido la marea roja en los últimos años es alentador, por otro, debemos estar conscientes que no todos reaccionan de la misma forma al enfrentarse con el mismo problema.
Hemos destacado en las inferiores, pero pocos son los jugadores que han sido determinantes y han dejado de ser promesas para convertirse en realidad. La mayoría se han estancado, apagados por la competencia dentro de sus equipos.
Se acercan tiempos de mayor exigencia y nuevos retos, y para afrontarlos con posibilidades de éxito, hay que cambiar la mentalidad de nuestros jóvenes e invertir en la profesionalización de los técnicos "formadores de talentos" que no deben preocuparse tanto por ganar títulos, y sí dedicarse a formar jugadores con bases sólidas para competir en este nuevo y difícil mercado que se avecina.
@krek9
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