Es tan complicado entender qué buscan de manera común los afiliados a la FMF. Es lógico que pretendan multiplicar sus ingresos, también que sus pretensiones ideológicas tengan diferente origen y apunten a distintos puntos cardinales.
También es muy razonable el forcejeo por adquirir mayor peso específico entre los controladores, que busquen colocar en puestos de decisión a la mayor cantidad posible de aliados, que pretendan relevancia pública a través del futbol los que no la tienen por medio de otros medios.
Entendiendo que es razonablemente fácil cuestionar desde fuera de las oficinas si no eres dueño, directivo o administrador de un club, hay cosas notablemente contradictorias y propias de un mundo totalmente surrealista en el manejo racional del deporte-espectáculo, llámese como se llame y sea de donde sea.
La falta de solidaridad y clarificación de metas, el poner contra la pared a los operadores en cada decisión que contiene altas dosis de contrasentido social y deportivo, el no ponerse como tarea estratégica contemplar el beneficio de la experiencia de ir al estadio o ver la televisión para los consumidores, todas esas cosas, son tan difíciles de explicar por parte de ellos, y aun más, tan sofisticadas de entender para el periodista y aficionado, que es fácil llegar a una sola conclusión: ambas partes del juego, desarrollo deportivo y negocio, están desfasadas.
Es la frase más hecha, real y repetitiva la siguiente: "Privilegiando lo deportivo y los intereses del consumidor, los ingresos se volverán exponenciales". Así opera la Champions y las Ligas de vanguardia en el mundo.
Luego, sigue siendo muy difícil entender la ecuación de los equipos mexicanos. Justo cuando algunos, incluyendo a Televisa, entendieron que no le beneficiaba en esencia y a mediano plazo el seguir acaparando equipos, otros que lo cuestionaron ácidamente en su momento, ahora han caído en la tentación.
Los extranjeros juegan sólo el 65 por ciento de los minutos posibles y sin embargo siguen llegando en cascadas a México porque en su trayecto se van cayendo ceros de la transacción que engordan los bolsillos intermediarios. Las crisis presentes y agudas de Chivas, Pumas y Atlas, grandes productores de talento en ciernes, son la evidencia máxima de que el mundo está al revés en el futbol local.
Ahí viene Brasil, una oportunidad tan valiosa como rara y distante para poner a todos en la misma sintonía. ¿Se podrá? ¿O seguiremos en el clásico y muy típico plan mexicano del individualismo en todas las lides? Si desde la oficina no se transmite solidaridad, en la cancha nunca la habrá.
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