Después de un cierre de torneo regular muy desabrido, la Liguilla, con sólo 180 minutos jugados, llegó para enseñarnos la otra cara del Apertura 2013 o si usted lo prefiere, el otro torneo dentro de la misma Liga.

Obligados por un formato de competencia que no permite especulaciones, principalmente para los que juegan como local y mejorado con las ventajas que otorgan los goles de visitante, de inmediato se notaron los cambios de actitud, de intensidad, de calidad y también el nerviosismo con que se juegan los encuentros.

Las formas son distintas y la diversión casi siempre está asegurada, digo casi siempre porque hoy juega Tigres y no estoy seguro de lo que "Tuca" Ferretti les pedirá hacer a sus pupilos.

Matosas, técnico del León, puso el ejemplo de lo que se debe y de lo que no se debe hacer en estos duelos de Liguilla.

El Toluca ratificó su fortaleza y lo bien que juega como local; impuso su estilo y lo que parecía en el papel un encuentro equilibrado, terminó por ser una tarea bastante sencilla para los locales e imposible para los visitantes.

Con una losa pesadísima sobre la espalda, el Cruz Azul nadará contra la corriente. Así de complicada se ve la situación, ya que está obligado a hacer un juego perfecto el sábado en su casa, ser ofensivo y contundente, sin derecho a recibir goles. Suena muy complicado, ya que se enfrentará a un equipo goleador como lo es el Toluca.

En el otro partido, todavía más espectacular que el Toluca ante Cruz Azul, el León simplemente dio un primer tiempo impresionante y lo que le faltó en la fase regular le sobró en esos primeros 45 minutos de la Liguilla.

Que juega muy bien al futbol no es ninguna novedad, pero verlo combinar su brillantez futbolística con un elevado nivel de contundencia me pareció espectacular y sobre todo divertido.

Monarcas sufrió más de la cuenta en zona defensiva; bailó al ritmo leonés mientras su ofensiva, más que nunca, estuvo bajo la dependencia de Jefferson Montero, algo peligroso si quiere ser campeón.

Pero lo que parecía sería una noche redonda para el León terminó por ser una noche de regreso a la vida para los Monarcas y de un ejemplo claro de cómo un técnico puede echar a perder el trabajo de su equipo.

Los cambios que mandó a la cancha Matosas, al sacar a un delantero por un defensa central y a un volante ofensivo por uno de contención, fue un horrible gesto de cobardía deportiva, y más acentuado cuando el contrario no te estaba superando.

La mala decisión de Matosas resultó ser, para nosotros, una muy buena oportunidad de ver de nuevo el duelo, siempre espectacular, de dos de los mejores equipos mexicanos.

 
 
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