La Selección Mexicana juega esta tarde el primero de dos partidos que nunca debió jugar.
Al recibir al impredecible por desconocido representativo de Nueva Zelanda, los renovados tricolores de Miguel Herrera intentarán lograr lo que en encuentros cruciales no lograron los de José Manuel de la Torre o Víctor Manuel Vucetich: hacer valer cabalmente su condición de locales.
Esa incapacidad para sacarle el debido provecho a las ventajas que tradicionalmente ha representado para la escuadra nacional jugar en la cancha del Estadio Azteca, ha sido el principal factor entre todos los que la han puesto en tan inesperada coyuntura.
Una incapacidad que evidentemente tiene su origen en el inconsistente y pobre futbol desplegado y en la falta de personalidad de la mayoría de los seleccionados para asumir la responsabilidad en los momentos importantes y en la medida adecuada.
Jugadores que no respondieron como debían hacerlo al elevado nivel de exigencia, que junto con su director técnico no supieron manejar la enorme presión que envuelve a una Selección, pusieron en serio predicamento la asistencia a la Copa del Mundo de 2014.
Ahora, con jugadores distintos y con otro técnico, tratarán los tricolores de enderezar el rumbo para nuevamente apuntarle a Brasil en la última oportunidad que la competencia les otorga.
Una última oportunidad de 180 minutos cuyo "primer tiempo" juegan hoy, apostándole, porque así se vieron obligados a hacerlo, a una fórmula primordialmente americanista que ahora deberá probar su eficiencia para funcionar más allá del torneo interno.
Si al adversario no lo conocen para nada, lo que sí conocen a plenitud es la cancha en donde hoy lo reciben y el entorno de la misma: altura, escenario, ambiente, temperatura.
Con esos ingredientes a su favor, sólo les faltará explotarlos al máximo imprimiéndole al juego un ritmo intenso desde el arranque y enarbolando como nunca el más importante de los factores: su mejor manejo individual y colectivo de la pelota.
Más les vale, porque si no es aquí y ahora, ni modo que sea dentro de una semana en Wellington.
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